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En lo que va de agosto, las calificadoras de valores Standard & Poor’s (S&P) y Moody’s revisaron a negativa, desde estable, la perspectiva de la calificación soberana de México (BBB+) y la perspectiva para el sistema bancario mexicano respectivamente. Y desde finales de marzo Moody’s ha había revisado la perspectiva de la calificación crediticia de México (A3) a negativa desde estable.

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Los tres grandes temas que preocupan a las calificadoras son: el desempeño de la deuda pública, el déficit en la cuenta corriente y la capacidad de crecimiento de la economía en el largo plazo (tres a cinco años hacia adelante). Y es que la tasa de crecimiento del PIB no puede pasar de 2% a 3% anual, con todo y las reformas estructurales, lo que incrementa el riesgo de que el gobierno incremente aún más su nivel de endeudamiento que por ahora se ubica ya en alrededor del 45% del PIB (en 2005 representaba 25 por ciento); para incrementar recaudación fiscal y alejar el riesgo de mayor endeudamiento, la economía mexicana tendría que estar creciendo a tasas anuales de 4% a 5 por ciento.

Y aun cuando un downgrade a México es una posibilidad entre tres y se daría dentro de dos años, señala Víctor Piz de El Financiero, es necesario vigilar de cerca la evolución de la deuda pública.

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