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Richard Prince y los sumideros de la cultura


Untitled (fashion) 1982-1984 Fotografía.

El Museo Guggenheim de Nueva York presenta la exhibición Richard Prince: Spiritual America, en la que se da cita lo más destacado de la producción del artista norteamericano.

La muestra resalta la contribución de Richard Prince en el desarrollo del arte contemporáneo, a lo largo de tres décadas de producción. Reúne piezas clave de su trabajo en fotografía, pintura, escultura e instalaciones. La exposición presentada por el Guggenheim permanecerá hasta enero de 2008 y posteriormente estará en el Walker Art Center en Miniápolis, de marzo a junio, y en la Serpentine Gallery de Londres, durante el verano de 2008.

Richard Prince nació en 1949, en la zona del Canal de Panamá, entonces territorio norteamericano, y se mudó a los suburbios de Boston en 1954. En 1973, después de aplicar sin éxito al San Francisco Art Institute, se muda a Nueva York, donde entra en contacto con el arte conceptual.


Unaware of being despair 1994



Richard Prince encarna uno de esos extraños casos donde el destino se aparece en las minucias del azar. La historia comienza así: recortando y recolectando editoriales para la investigación de los corresponsales, en el horario nocturno de la revista Time-Life, Prince encontró una huella a la que siguió la pista durante muchos años.

La fascinación se le reveló entre los restos y residuos que quedaban en su escritorio. Las imágenes publicitarias de las tasajeadas, revistas y periódicos, que a todo esto eran las sobras de su trabajo, le develaron una serie de códigos culturales implícitos con los que estamos altamente familiarizados. Ya sin textos, las revistas presentaban el obsceno esqueleto del deseo del que echa mano la industria publicitaria.

Richard Prince comienza a tomar fotografías de las fotografías publicitarias ya existentes, proceso que se denomina retrofotografía. A fines de los años de la década de 1970 y principios de los años ochenta, comienza a hacer las primeras obras que lo darán a conocer en el circuito del arte.

En su trabajo fotográfico subvierte las jerarquías de la realidad y la representación, el original y la copia. Insertándose dentro de la corriente apropiacionista. El apropiacionismo surge en la escena artística norteamericana de los primeros años de la década de los ochenta, como una respuesta a los límites impuestos por el minimalismo y el arte conceptual.

Artistas como Sherrie Levine, Robert Longo, Cindy Sherman y Richard Prince responden a la austeridad conceptual que había sufrido la paulatina desmaterialización del objeto artístico. Hay una apuesta por el retorno a la representación. Y más: por el retorno al potencial narrativo de la imagen. Desde una actitud reflexiva y apropiativa, centrados en un proceso de crítica de la representación, abren los confines del arte a los medios de cultura masiva.


know a Guy 2000



El proceso de concepción de imágenes a partir de imágenes existentes funciona como un tamiz cercenador de códigos culturales y pone en evidencia las relaciones de significado como relaciones de poder desplegadas en cada imagen. La filiación a ciertos grupos sociales, la identidad de género, el bagaje cultural, las formas de entretenimiento y las aspiraciones profundas del individuo van impresas en cada nota publicitaria con la que nos topamos. Richard Prince trabaja con eso. Advierte los códigos aspiracionales de los mass media, los descontextualiza y mediante series los pone en evidencia.

Si su trabajo nos parece familiar e incómodo es precisamente porque redunda en los restos de la cultura de consumo, en los sumideros de nuestras formaciones culturales. Banal, como las imágenes que consumimos, estereotipadas, como las particularidades del individuo que promueven que seamos, y ambiguas, como nuestro profundo deseo de serlo.

Su trabajo es incómodo, ochentero, como serie televisiva, y feo. Pero lo cierto es que ilumina un aspecto opaco de la realidad: el hecho de que naturalizamos como real la ficción de la realidad y tratamos de hormarnos a ella, a toda costa. Y eso es mucho decir. Infiltrarse en los intersticios de la realidad y la ficción nos trae a la carta lo absurdo de los exponentes del lujo. Desenmascarando el American way of life en su aspecto más penoso.

Spiritual America

Existe particularmente una retrofotografía que ha llevado a Prince a posicionarse como el príncipe de las tinieblas. Spiritual America , 1983, es una imagen apropiada de la actriz Brooke Shields cuando era apenas una niña. Esta obra, la más transgresiva de su carrera, resulta trágica y mortal. La fotografía original fue tomada por el fotógrafo comercial Gary Grossman. En ella, Brooke, con apenas 10 años de edad, se encuentra desnuda en una tina, parada con una pose provocativa. Las características de la imagen dan a la escena un declarado ambiente pornográfico. Resulta que esta fotografía fue tomada con el consentimiento de la madre, no me explico para qué tipo de fines profesionales en la carrera de la actriz. Aunque Prince conoció la fotografía durante el tiempo que trabajaba en Time-Life, decide retrofotografiarla cuando leyó en los periódicos neoyorkinos el escándalo que estaba generando.


Unititled (Cowboy) 1980-1984



El fotógrafo tenía la intención de vender la imagen a una revista y la madre de Brooke quería impedir su publicación. Prince estableció subrepticiamente una galería que nombró Spiritual America, en la parte este de Nueva York, y montó la imagen en un marco dorado. A la exhibición se podía acceder únicamente mediante cita.

Las connotaciones que rodean la imagen son subversivas porque arremeten contra varios frentes: la inocencia infantil sacrificada por la agenda privada del adulto, es decir, los límites sagrados y lo profano de una sociedad que ofrenda a sus infantes en pro del reconocimiento público. Lo malévolo de esta pieza es que nos arroja a los vertederos de la espiritualidad norteamericana, a su doble moral. Esta controversial historia encapsula el duelo de la psicosis estadounidense, por un lado está la defensa de una ética puritana y por el otro la ambición de reconocimiento aun pagando el precio de la transgresión y degradación. Esta simple imagen nos deja cara a cara con una industria que lo engulle todo para satisfacer sus propios fines.

Cowboys y otras series

La evidente crítica a la espiritualidad y sensibilidad norteamericana que hace Richard Prince se articula elocuentemente en la serie Cowboys. En ella fotografía la campaña publicitaria del conocido y anhelado mundo Marlboro, que eleva en el imaginario del público la mitografía que cimienta el retrato de sus héroes. Recreando el espectáculo holywoodense de los westerns, el hombre Marlboro encarna las fantasías de virilidad y dominio masculinos. Retrata la quimera del norteamericano promedio, haciendo un comentario sobre su identidad a mitad de camino entre la ficción y la realidad.

La ironía es que esta campaña publicitaria representa la innegable imagen que Estados Unidos, como país, tiene de sí mismo. Su éxito consiste en rescatar el pasado mítico del paisaje norteamericano. Y debido a la evidente paradoja que esto genera la campaña cesó. Las enfermedades terminales propias del cigarro no podían estar relacionadas con el ánimo mítico del origen nacionalista y triunfal que alentaban las imágenes. Sin duda, esto fue lo que captó la atención de Richard Prince. Al sesgo advertimos el gesto posmoderno de ver en estos paisajes, aparentemente naturales, una potente narrativa cultural, un despliegue de códigos que obedecen a una red de significados establecidos.


Nurse of Greenmeadow 2002


A mediados de los años ochenta vuelve su atención hacia los cómics y los dibujos animados. Un buen ejemplo es la serie Jokes (1986-1993), donde a partir de imágenes y textos apropiados redibujados en serigrafía narra la crónica de las fantasías sexuales y deseos frustrados del inconsciente, individual y colectivo, permeable a toda la cultura popular. Su trabajo es un conglomerado de apropiaciones en las que nos topamos con el hombre Marlboro, cofres de automóviles emblemáticos de una época, convertidos en esculturas o pinturas monocromáticas, hombres y mujeres famosos, chicas semidesnudas retratadas en sus motocicletas o las motocicletas de sus novios, chistes más trágicos que cómicos referidos a grupos sociales específicos: homosexuales, políticos, mujeres, alcohólicos?

El proceso creativo de Richard Prince consiste en un ilícito acto de apropiación en que narrativas existentes adquieren un significado completamente distinto. La cultura popular que da cuerpo a los más media es la materia prima de su trabajo. Poniendo en evidencia el simulacro, el aspecto falsario que toda cultura de masas hereda a la realidad.


Unititled (Cowboy)