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Con el objetivo de buscar medir la capacidad de las entidades del país para forjar, atraer y retener talento e inversiones, el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. (IMCO) presentó su Índice de Competitividad Estatal 2016, donde señala que la competitividad de los estados se traduce en una mayor productividad para la economía y bienestar para sus habitantes.

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En el Índice se destaca que las entidades más competitivas en el país fueron la Ciudad de México, Aguascalientes, Nuevo León, Colima y Querétaro, en tanto que los estados que más avanzaron en el índice general fueron Nayarit, Sonora y Puebla.

Los estados que más retrocedieron en el índice general fueron Baja California, Veracruz y Baja California Sur; mientras que cinco estados concentraron 56% de las exportaciones (Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), mientras que 13 estados no suman ni 3% del total nacional.

El Índice está compuesto por 100 indicadores, categorizados en 10 subíndices. El análisis muestra los avances y retrocesos en cada uno de los subíndices en las 32 entidades. De 2012 a 2014, de los indicadores evaluados, 53 mejoraron, 30 retrocedieron y 17 se mantuvieron igual.

En el rubro de comercio internacional se destacó que la economía conectada con el exterior, exporta productos y recibe Inversión Extranjera Directa (IED), aunque algunos estados no han podido aprovechar las conexiones con el exterior.

De 1980 a 2014 los estados más conectados lograron incrementar su ingreso per cápita no petrolero un 54%, mientras que las entidades que exportan menos y reciben menos IED lo incrementaron solo 1%.

En 2014 el PIB per cápita de los estados más conectados era similar al de Rumania o Uruguay, mientras que el de los menos conectados era cercano al de República Dominicana o Mongolia.

De continuar con las mismas tasas de crecimiento advirtió, la brecha de desarrollo entre estos estados será tres veces más grande en 2050, es decir, los estados más conectados se parecerán a economías como Corea del Sur o España y los menos conectados a Libia o Iraq.

El análisis explica que los estados exportadores son estados industrializados y que la industria manufacturera es el pilar de las exportaciones para detonar su crecimiento e impulsar a las entidades rezagadas.

Los estados más pobres se especializan en productos de exportación de bajo valor agregado, como frutas, azúcar, minerales, carne, entre otros, mientras que los estados más ricos se especializan en productos de exportación complejos que requieren procesos sofisticados de manufactura como autos, autopartes, aeronaves, computadoras, entre otros.

La infraestructura energética inteligente es el combustible de las manufacturas, sin embargo, todavía existen estados sin gasoductos. Los estados sin gas tienen menos actividad industrial. En estados con gasoductos, en promedio la actividad industrial manufacturera reportada por INEGI es el 23% del PIB, mientras que en estados sin gasoductos, la industria representa solo el 10%. En 2014, los 18 estados con gasoductos concentraron el 81% de la actividad industrial del país, los 14 restantes solo 19 por ciento.

En el rubro de formalidad laboral se destacó que los salarios y prestaciones de los empleos formales son un medio fundamental para combatir la pobreza. Los cuatro estados más pobres son los que tienen mayor informalidad y los cuatro más formales son los más desarrollados.

Por ejemplo, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), Chiapas tiene una tasa de informalidad de 79% y el 76% de su población vive en pobreza según el Coneval, mientras que Nuevo León tiene 37% de trabajadores informales y 20% de su población en pobreza.

Los empleos formales son empleos mejor pagados. Con datos de la ENOE, en la Ciudad de México un trabajador formal gana en promedio 8,674 pesos y uno informal 6,715 pesos. En Chiapas la brecha entre ambos es más amplia. Ahí los trabajadores formales ganan 6,715 mientras que los informales 2,515 pesos.

Finalmente, en el estudio, el IMCO propuso que se dé mayor auge al empleo formal, que se impulse la supervivencia de la empresa formal y que el país cuente con una infraestructura inteligente.

Además de desarrollar planes de infraestructura alineados a la generación de industrias, con un análisis costo-beneficio que incluya número de beneficiarios y se priorice el retorno de la inversión, entre otros estímulos.