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La electromovilidad y el nearshoring están cobrando un papel relevante en todas las industrias, presentando desafíos significativos en la logística, pero que al mismo tiempo significan una oportunidad de negocio.

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Para especialistas, el pilar fundamental de la transición energética es la electromovilidad, que se integra en las estrategias de las organizaciones con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover la sostenibilidad en la industria del transporte.

Mientras que los beneficios económicos del nearshoring se suman a un impacto positivo adicional que se traduce en la reducción de las emisiones de carbono relacionadas con la logística y el transporte de productos a larga distancia, al tiempo que se fortalece la agilidad de la cadena de suministro, en consonancia con la transición de la logística de flotillas industriales.

 

 

Así, resulta esencial contar con modelos analíticos en combinación con capacidades como el diagnóstico proactivo, la reparación  guiada y el mantenimiento y servicio avanzados, herramientas que garantizan un óptimo rendimiento de las flotas de vehículos eléctricos. La gestión y el seguimiento de flotas a gran escala serían un desafío si se abordan de manera manual.

 

La sinergia entre la electromovilidad y el nearshoring ofrece importantes ventajas en términos de negocio que puede impulsar la sostenibilidad y la eficiencia en la industria de la logística, sostiene Javier Nova, experto en el segmento en Hitachi Energy.

 

Al adoptar vehículos eléctricos en las operaciones de transporte y logística, las empresas pueden reducir las emisiones de carbono, disminuir los costos operativos y mejorar su reputación ante audiencias más conscientes de la sostenibilidad.

La electrificación de flotas permite una mayor flexibilidad y resiliencia en la cadena de suministro, así como la posibilidad de utilizar energía renovable, lo que se traduce en una mayor rentabilidad a largo plazo, mencionó Nova en una publicación de T21.