|  

Teodoro González de León no solo era un intelectual disciplinado y responsable que logró, una y otra vez, que sus grandes ideas se transformaran en edificios útiles a la sociedad: fue un hombre que reunió varias destrezas estructuradas y trabajó con disciplina para dar vida a sus sueños.

98 No me gusta17

Sus multiples obras, entre las que destacan el Auditorio Nacional, el Conservatorio del Centro Nacional de las Artes, el museo Rufino Tamayo, el conjunto Arcos Bosques, Reforma 222, y la recientemente terminada Torre Virreyes en las Lomas de Chapultepec, entre muchas, son muestra de un hombre que jamás llegó tarde a sus proyectos, en los que trabajaba personalmente y que solía pedir en las juntas que éstas se hicieran de forma ordenada y eficiente, fue parte de la reflexión que el director general de Grupo Dahnos, el arquitecto Jorge Gamboa de Buen, hizo en referencia al legado de Teodoro González de León, arquitecto de México, en un homenaje póstumo.

En el marco de los 25 años de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), Gamboa de Buen hizo un análisis de la vida y obra del arquitecto y maestro de varias generaciones: “Durante estos meses hemos asistido a varios homenajes para Teodoro; se han resaltado sus virtudes de creador de edificios y de intelectual que dominaba muchas disciplinas; lector, melómano exquisito, viajero incansable o como miembro del grupo intelectual más potente del siglo XX mexicano”.

“Entendía de diseño estructural, manejaba la acústica, conocía reglamentos. Sus proyectos desde el inicio resolvían escaleras y salidas de emergencia o acceso a minusválidos. La geometría fue su instrumento. Personalmente calculaba radios y curvas. Era siempre funcional”, destacó.

Ejemplificó que para el diseño de la construcción de la Torre Virreyes, la obra tuvo grandes retos por diversos motivos, ya que la visión contenía el reto de preservar una vieja gasolinera diseñada en los años 40, que fue declarada monumento artístico, además de insertar la obra acorde al Bosque de Chapultepec y sus espacios, además de resolver la obra de gran belleza con un equilibrio estructural único a nivel mundial.

“Durante el proceso se generó un gran problema por su forma de triángulo invertido de más de 50 metros en su parte superior. Los ingenieros concluyeron que era inconstruible en parámetros normales de eficiencia económica. Sin embargo, Teodoro nunca estuvo satisfecho con el diseño y no se dio por vencido, ‘la figura es estable. El triángulo por naturaleza es estable’”, decía.

Dijo que ante la insistencia, se contrató a la empresa de ingeniería más grande y sofisticada del mundo para trabajar el diseño en su oficina de Nueva York y que el entendimiento fue instantáneo, y finalmente se dio una solución basada en esa figura geométrica.

En el evento, la viuda de Teodoro, Eugenia Sarré de González de León, recibió de manos del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, el galardón póstumo por parte de la Asociación.