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Grandes obras que se diluyen por la rigidez del tiempo o que desaparecen bajo la presión de los juicios o prejuicios humanos, así como por errores al no ser conservadas.

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Grandes obras que se diluyen por la rigidez del tiempo o que desaparecen bajo la presión de  los juicios o prejuicios.

Durante milenios, las artes han sido la fusión de un tiempo ausente, pero contemporáneo para cada persona que lo observa, desde obras literarias y pinturas hasta construcciones que han dejado huella de su historia y que están muchas de ellas presentes en los muros de museos, colecciones privadas o al aire libre entre las calles de las ciudades, su valor las vuelve íconos de referencia, por la atracción de la belleza que capturaron en sus texturas.

Video: Arte que se desdibuja

 

Aunque valiosas, estas obras de arte no son intocables a los efectos del tiempo o la naturaleza, y mucho menos a las acciones humanas, que han traído de la mano su destrucción, robando así esa existencia que marca su tiempo, extinguiendo parte del eslabón generacional de los anales de la historia.

 

“Nenúfares”, de Claude Manet, fue presa del incendio en el MoMA de NY, donde el fuego, el daño del agua y los bomberos que trabajaron para controlar el incendio, provocaron la pérdida total
“Nenúfares”, de Claude Manet, fue presa del incendio en el MoMA de NY, donde el fuego, el daño del agua y los bomberos que trabajaron para controlar el incendio, provocaron la pérdida total

 

Esculturas y Arquitectura

 

Los grandes monumentos, que las crónicas relatan que alguna vez existieron, aún nos fascinan por su complejidad de creación, como “El Coloso de Rodas”, que se erigió desafiante por 56 años frente a la entrada de la ciudad griega de Rodas, destruido por un terremoto y considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Pero la destrucción también ha llegado de la misma herramienta que lo crea, como la escultura “La Piedad”, obra de Miguel Ángel albergada en la Capilla Sixtina. Un fatídico 21 de mayo de 1972 -día de Pentecostés- un demente golpeó la estatua con un martillo, causándole graves daños, que gracias a la oportuna intervención de artistas fue posible realizar una restauración muy fiel a la original.

 

“El Coloso de Rodas” Es considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo
“El Coloso de Rodas” Es considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo

 

Aun cuando están protegidas, las obras han sufrido accidentes, como el caso de “La Vasija” de Portland, que en 1845 fue hecha pedazos por un hombre que lanzó una escultura contra ésta. Los daños ocasionaron que la vasija de vidrio camafeo romano no terminara de restaurarse si no hasta 1988.

Asimismo, los hurtos por ambiciones casuales como por tiempos bélicos han suprimido otras  obras del diseño: “La Habitación Ámbar”, que desde 1755 se encontraba en el Palacio de Catalina, fue robada en 1941 por las fuerzas nazis durante la II Guerra Mundial que, junto con otras obras y riquezas, la trasladaron al castillo de Königsberg (Kaliningrado) en Alemania, donde se perdió su rastro. En 2003 se restauró una copia fiel de la cámara Ámbar en su lugar de último reposo.

Pero los prejuicios por los ideales de una época se enfatizan en sofocar las expresiones artísticas por no dar cabida a visiones humanistas, como sucediera con el mural “El hombre controlador del universo” (1932), de Diego Rivera, destinado a decorar el Rockefeller Center de Nueva York, cuyo fresco no fue del agrado de la familia Rockefeller y mandaron destruirlo ese mismo año.

 

“El hombre controlador del universo”, de Diego Rivera, hoy sólo existe una copia en el Palacio de Bellas Artes
“El hombre controlador del universo”, de Diego Rivera, hoy sólo existe una copia en el Palacio de Bellas Artes

 

PINTURAS,  el principal objetivo

 

Las obras que mayores percances han tenido durante la historia son aquellas que muestran una catarsis de su momento, por las tendencias que el autor refleja en ellas, ya sean las nuevas visiones o corrientes que establecen o los personajes íconos como hechos históricos que son estampados en esos lienzos y sus colores.

El cuadro “La Venus del Espejo”, de Diego Velázquez, en 1914 sufrió seis cortes en la espalda con un hacha corta por la activista británica Mary Richardson en protesta por el arresto de una compañera. Esta obra fue restaurada en su totalidad y es exhibida en la Galería Nacional de Londres.

El daño deliberado a las pinturas y cuadros a veces se realiza bajo el estandarte de la protesta y el terrorismo, como es el caso de la destrucción con bombas en la Galería de los Uffizi, en Florencia. O por ataques masivos, como ocurrió durante la II Guerra Mundial con el lienzo de Gerrit van Honthors:  la “Adoración de los Pastores”. Otra obra de arte que desapareció bajo los escombros de un atentado fue el “Gran Tapiz”, de Miró, hecho de lana, cáñamo y cuerda con 66 m2. Adornó el vestíbulo del World Trade Center de Nueva York.

 

“Madonna de Brujas”, hecha por Miguel Ángel, fue confiscada por los nazis en 1944, pero dos años más tarde regresó a Italia
“Madonna de Brujas”, hecha por Miguel Ángel, fue confiscada por los nazis en 1944, pero dos años más tarde regresó a Italia

 

Otros actos destructivos también se basan en el amor, y esto ocurrió con el retrato de Sir Winston Churchill, del pintor Graham Sutherland, tras su presentación en 1954 por el octogésimo cumpleaños del ministro, que llevaría el cuadro a su casa de campo en Chartwell donde no se supo nada de él. Hasta la muerte de la señora Churchill, en 1977, se supo que la pintura fue destruida poco después de que su esposo se la entregó.

Diez años después, en 1987, otra obra fue el objetivo de un hombre que descargó su inconformidad por las condiciones políticas, económicas y sociales que atravesaba Gran Bretaña y disparó contra la pintura de Leonado da Vinci titulada “La Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan Bautista”, aun tras su restauración la obra no recuperó su integridad.

 

“La Filosofía”, de Gustav Klimt. Destruido en 1945 en el incendio del castillo de Immendorf
“La Filosofía”, de Gustav Klimt. Destruido en 1945 en el incendio del castillo de Immendorf

 

La fascinación por una pintura ha llevado a pedir lo inconcebible. El multimillonario Ryoei Saito, quien compró el célebre cuadro de Van Gogh, “Retrato del Dr. Gachet”, por la cifra récord de 82.5 mdd. Se dice pidió, cuando él muriese, quemar el cuadro consigo. Desde su muerte los rumores apuntan a que esta petición pudo haberse cumplido.

Los elementos naturales son los enemigos directos del arte, como el agua y el fuego, que han consumido algunas representaciones artísticas como ocurrió con “La Primavera” de Antoine Watteau, que perdida por mucho tiempo y redescubierta en 1964, desapareció finalmente por el fuego en 1966.

 

“Retrato del Dr. Gachet”, de Van Gogh. Se cree fue incinerado junto con su último propietario
“Retrato del Dr. Gachet”, de Van Gogh. Se cree fue incinerado junto con su último propietario

 

Asimismo, “El Pintor en su manera de trabajar”, de Van Gogh, estaba resguardada en el museo Kaiser-Friedrich de Berlín, pero fue reducida a cenizas por el fuego ocasionado por la II Guerra Mundial, como ocurriera con otra obra del impresionismo, “Nenúfares”, de Monet, considerada una pérdida total por un incendio, el 15 de abril de 1958, en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York. O la pérdida del lienzo denominado “Filosofía”, de Gustav Klimt, durante el incendio del castillo de Immendorf, en 1945.

Cuando sucedió la tragedia del Titanic, el mar no sólo devoró esta pieza de ingeniería marítima, sino que se llevó con él algunas obras que iban en auge para su conocimiento, así como la vida del artista Francis David Millet.

 

“Dánae”, de Rembrandt, sufrió en 1985 un ataque por un visitante que acuchilló y roció ácido a la pintura; su restauración tardó 12 años
“Dánae”, de Rembrandt, sufrió en 1985 un ataque por un visitante que acuchilló y roció ácido a la pintura; su restauración tardó 12 años

 

“El Pintor”,  de Pablo Picasso, se perdió en el accidente del vuelo 111 de Swissair de Halifax, el 2 de septiembre de 1998
“El Pintor”,  de Pablo Picasso, se perdió en el accidente del vuelo 111 de Swissair de Halifax, el 2 de septiembre de 1998

 

“Schubert en el piano”, de Gustav Klimt, se perdió cuando el partido nazi, en retirada, lo incendió en 1945
“Schubert en el piano”, de Gustav Klimt, se perdió cuando el partido nazi, en retirada, lo incendió en 1945

 

El hurto por conciencia

 

Aunque estos no son los únicos casos de arte que se han vedado para las nuevas generaciones, muchas obras, por su valor, han sido presa de la mano rapaz del mercado negro y el hurto. Los grandes robos de pinturas son un hecho siempre presente y principal causa de desaparición de obras a lo largo de la historia, puesto que se estiman de muchas maneras las piezas por su originalidad o por el renombre de los artistas que las pintaron.

Un ejemplo invaluable de arte fenicio que hoy está desaparecido es el “León de Nimrud” tras los saqueos durante la guerra en Irak. También existe una desaparición importante en la colección real española durante el siglo XIX, la “Venus delante de su espejo”, de Tiziano.

 

“La Venus del Espejo”, de Velázquez, en 1914 sufrió seis cortes en la espalda
“La Venus del Espejo”, de Velázquez, en 1914 sufrió seis cortes en la espalda

 

La obra de “Leda y el cisne” fue pintada por Miguel Ángel y fue vista por última vez en la colección real de Fontainebleau a principios de 1530. O como la obra magna de John Banvard, un gran panorama del valle del río Mississipi, que medía tres metros y medio de alto por dos kilómetros y medio de largo; por ello fue cortada en varias partes para su traslado y almacenamiento sin ser recuperada en su totalidad.

Otros robos que figuran en la lista sin ser conocidos sus paraderos son “La tormenta en el mar de Galilea” de Rembrandt y “El Concierto” de Johannes Vermeer. Ambas obras fueron sustraídas del Museo Isabella Stewart Gardner en Boston, es considerado uno de los robos de arte más famosos en la historia.

De todas estas obras de arte, hoy sólo un rumor queda de ellas, si es que no están en colecciones privadas fuera de los ojos del mundo, donde su nombre se va quedando grabado en la posteridad del recuerdo y su iconografía se va desdibujando por el paso del tiempo. No sólo dejan un vacío en las paredes de los museos, sino también en los eslabones de la existencia de una historia que no regresa.

 

“La tormenta en el mar de Galilea”, de Rembradt. Hoy se desconoce su paradero
“La tormenta en el mar de Galilea”, de Rembradt. Hoy se desconoce su paradero


Texto:Jesús García Reyes

Foto: EIS, BP, FARO CULTURAL, EDUACION ES, JACK JACK GALLERY, WPD, PINTERWH, ETERNELS, MUSEO REINA SOFIA, MYTHICAL PAINTING