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Si puede regresar a su oficina este mes, siéntese e inicie sesión en su computadora. Pero no se sienta demasiado cómodo.

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Real Estate Market

Muchas personas asocian la oficina a una rutina y conformidad. Pero este espacio se está adentrando a una etapa de incertidumbre económica y diversas discusiones acaloradas. A nivel mundial, colaboradores, jefes, dueños y gobiernos están tratando de averiguar si la oficina es obsoleta; pero cada quien está llegando a conclusiones radicalmente diferentes.

Por ejemplo, 84% de los trabajadores que laboran en oficina en Francia, han vuelto a sus escritorios, pero menos del 40% de los británicos lo han hecho. Jack Dorsey, el CEO de Twitter, dice que el personal de esa compañía puede trabajar desde casa "para siempre"; mientras que Reed Hastings, fundador de Netflix, dice que trabajar desde casa es negativo. 

Temor a la caída

Mientras las empresas analizan, el mercado global de propiedades comerciales, que asciende a unos 30 billones de dólares, está acosado ante el temor de una caída más profunda. Y mientras algunos trabajadores sueñan con un futuro sin viajes diarios y sin Pret A Manger (comida rápida orgánica y sándwiches), otros se preguntan qué pasará con los ascensos, sus salarios y la seguridad laboral.

A ello se agrega la incertidumbre sobre la efectividad del distanciamiento social y cuánto tiempo pasará antes de que una vacuna contra el Covid-19 esté disponible. 

Pero la pandemia provocará una fase de experimentación tecnológica y social, lo cual cambiará el negocio de las oficinas, pero a su vez, no se vislumbra un golpe mortal para su existencia. 

Esta era promete, pero también trae amenazas para la cultura de las empresas. En lugar de resistirse al cambio, los gobiernos deberán actualizar las leyes laborales obsoletas y comenzar verdaderamente a reinventar los centros de las ciudades.

A la mayoría de la gente le molesta el transporte y el gasto de viajar. A algunos les disgusta el ruido y la formalidad de las oficinas, o sufren discriminación dentro de ellas. Los trabajadores de oficina tienen más dificultades para cuidar de sus hijos, un problema cada vez mayor a medida que más familias tienen dos padres que trabajan.

En este sentido, Zoom y Slack, dos empresas cuya tecnología impulsa el trabajo remoto, y que tienen casi una década, evitaron que la oficina sufriera graves trastornos. 

Cambios acelerados

Antes del Covid-19, por ejemplo, las empresas de oficinas flexibles (incluida la atribulada WeWork) tenían 5% del mercado global. La mayoría de las empresas no estaban dispuestas a migrar a los grandes cambios tecnológicos; o querían cancelar los costos de los activos inmobiliarios y arrendamientos.

Antes de la pandemia, solo el 3% de los estadounidenses trabajaba desde casa con regularidad; ahora un gran número lo ha probado. Incluso Xerox, empresa que apostó a la oficina, tiene a muchos de sus empleados trabajando desde casa. 

A medida que más personas adoptan tecnologías de trabajo remoto, se produce un poderoso efecto de red, y cada nuevo cliente hace que el servicio sea más útil. Juntos, Microsoft Teams, Zoom, Google Meet y Cisco Webex ahora tienen más de 300 millones de usuarios. Los obstáculos burocráticos para trabajar remotamente han sido eliminados. 

Los tribunales civiles ahora funcionan de forma remota. Los notarios se han conectado a Internet y algunos bancos han eliminado la necesidad de que nuevos clientes ingresen a una sucursal para confirmar su identidad y abrir una cuenta.

¿Cuánto de este cambio se mantendrá cuando llegue una vacuna? La mejor guía disponible está en los países donde el virus está bajo control. Allí la imagen que prevalece es la de una “oficina opcional”, a la que la gente asiste, pero con menor frecuencia. 

Menos oficina en Europa

En Alemania, por ejemplo, el 74% de los trabajadores de oficina ahora van a su lugar de trabajo, pero solo 50% lo hacen 5 días a la semana, según Morgan Stanley. El equilibrio dependerá de la industria y la ciudad. En lugares con desplazamientos fáciles, más trabajadores irán a la oficina; las megaciudades con viajes largos y costosos pueden ver menos flujo de personas.

Las empresas deberán adaptarse a este patrón de asistencia esporádica en el que la oficina será un hub (espacio para integrar a las personas), no una segunda residencia. 

Existe el riesgo de que con el tiempo el capital social de una empresa se erosione, la creatividad se debilite, las jerarquías se resquebrajen y el espíritu de equipo se desvanezca, como teme Hastings. 

La respuesta será hacer interacciones con el personal más específicas, con grupos que se reúnen en momentos específicos para actualizar datos e intercambiar información. Las nuevas tecnologías que hacen más divertidas las interacciones en línea para estimular la espontaneidad pueden eventualmente reemplazar el mundo forzado de Zoom. (Texto original editado de The Economist)

A medida que reorganizan sus culturas corporativas, las empresas deberán reajustar sus espacios: los inversores sobrios esperan una reducción de al menos un 10% en el stock de espacio de oficinas en las grandes ciudades. Con el contrato de arrendamiento corporativo típico que dura al menos media década, esto llevará tiempo para concretarse.

Los gobiernos buscarán limitar el daño económico; prueba de ello es el déficit presupuestario de 16 mil millones de dólares que enfrenta el metro de Nueva York. El gobierno británico ha intentado seducir a los trabajadores para que regresen a la oficina. Pero en lugar de resistir el cambio tecnológico, es mejor anticipar sus consecuencias. 

Destacan dos prioridades:

En primer lugar, será necesario modernizar la mayoría de las legislaciones laborales. La economía gig ha demostrado que es anacrónica. Ahora surgen nuevas preguntas incómodas sobre los derechos y responsabilidades de los trabajadores: ¿pueden las empresas monitorear a los trabajadores para evaluar su productividad de manera remota? ¿Quién es responsable si los empleados se lesionan en casa? 

La segunda prioridad serán los centros de las ciudades. Durante un siglo han estado dominados por torres llenas de sillas giratorias y toneladas de papel amarillento. Ahora, las complejas reglas de planificación urbana necesitarán una revisión sistemática para permitir que los edificios y distritos desarrollen nuevos usos, incluidos apartamentos y recreación.