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Diversos medios y analistas políticos hacen notar que el Presidente, lejos de mostrar empatía, se mostró lejano y encasillado en su discurso de agresión y ataques a la prensa.

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Diversos columnistas dieron énfasis al frío recibimiento que dio el Presidente Andrés Manuel López Obrador el día de ayer, a la peor tragedia en el metro en sus 50 años de vida, que se da en el marco de una supuesta “austeridad republicana”, la cual cobró la vida de al menos 25 personas.

Pascal Beltrán del Río, en Excélsior, destaca que el Presidente ahora no puede culpar, como es su costumbre, a la mafia política por el desplome del tren de la Línea 12 del Metro en la estación Olivos, ya que prácticamente todos los involucrados pertenecen a su herencia política:

“Desde que tomó posesión, el Presidente ha hecho costumbre adjudicar a los políticos del pasado la responsabilidad de los sucesos negativos del presente. Ya sean problemas en la economía, la seguridad, los precios o la salud, todos van a parar en la buchaca de los gobernantes neoliberales de ayer.

“En este caso, eso es casi imposible de lograr. Quienes han gobernado la capital desde 1997 provienen todos del tronco neocardenista. Fuera de algunas divisiones, como las que se generaron en torno de Rosario Robles y Miguel Ángel Mancera, el control político de la capital ha estado en manos de un mismo grupo desde hace más de 23 años”.

Por su parte, el columnista Salvador García Soto, en El Universal, destacó que al Presidente López Obrador le ganaron “el hígado y su egocentrismo”.

“Tras unas breves y obligadas condolencias a las familias de las víctimas inocentes de este trágico accidente, el Jefe del Ejecutivo mexicano, no tuvo –para los deudos y para la Ciudad entera que lo encumbró en su carrera política, y se convirtió en su mayor bastión electoral- nada más qué ofrecer”.

Agregó que “en vez de un discurso de aliento, de esperanza, y que garantizará que habrá verdad y justicia para los 24 muertos, los 80 heridos, y varias personas que seguían desaparecidas, López Obrador prefirió recurrir a su ya gastado pero agresivo discurso (y) culpó de usar la tragedia en su contra”.

“Lejos de un discurso de altura, de un gesto de nobleza, y humildad política, como hubiera sido visitar a los heridos o a los familiares de los muertos y desaparecidos, el Presidente se solazó en su soberbia e intentaba desviar la atención de los medios…”.

El también columnista de El Universal, Héctor de Mauleón, se sumó a esa percepción de rechazo a enfrentar los problemas nacionales:

“El Presidente de México tomó la decisión política de poner distancia ante el desastre. No acudió al sitio de la tragedia. No envió en toda la noche un mensaje alguno de pésame o solidaridad (…) el colapso de la Línea 12 pega en el corazón de la “Cuarta Transformación” desgastada por su ausencia de resultados y una larga sucesión de fracasos”.

Por su parte, Carlos Loret argumenta en su columna: “No es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador se pone por delante de las víctimas. Para decirlo francamente, eso no me lo esperaba de él (…) en este egocentrismo monárquico (…) si una cuestionada obra del Metro colapsa y mata a 24 personas, demora 9 horas en ofrecer condolencias y le dedica apenas 17 minutos de una mañanera de casi dos horas y vuelve rápido a su muro de los lamentos”.

Por su parte la BBC destacó que “El metro de Ciudad de México es uno de los más transitados del mundo, ya que transporta a cerca de 6 millones de personas de lunes a viernes. Los ciudadanos han criticado la precariedad de las instalaciones y la falta de mantenimiento de una infraestructura que suele padecer interrupciones”.

Por último, el Presidente, todavía el día de hoy, aseveró: “pese a estar de luto por el accidente del metro, debemos recordar la Batalla de Puebla”.

Con información de BBC, El Universal, Excélsior y La Mañanera.