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Lejos de reemplazar a los diseñadores, la IA se está convirtiendo en una herramienta clave que potencia la creatividad, agiliza procesos y abre nuevas oportunidades para quienes buscan reinventarse profesionalmente.

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En un sector tradicionalmente ligado al arte, la intuición y la sensibilidad, la inteligencia artificial (IA) está ganando terreno como una herramienta que complementa, y no reemplaza, el talento humano. En el mundo del diseño de interiores, esta tecnología comienza a redefinir la forma en que se conciben, visualizan y ejecutan los espacios, permitiendo a los creativos enfocarse más en la narrativa y el impacto emocional de sus proyectos.

 

Alberto Sanz, arquitecto y diseñador de interiores, afirma: “El objetivo no es rendirse ante la tecnología, sino aprender a usarla a nuestro favor”.

 

Desde su perspectiva, la IA puede convertirse en una aliada poderosa para liberar a los interioristas de tareas repetitivas, acelerar flujos de trabajo y empujar los límites de la imaginación.

En un entorno global donde la flexibilidad laboral y la reconversión profesional son cada vez más valoradas, el diseño de interiores con IA se presenta como una opción atractiva y accesible. México, con su riqueza creativa y creciente comunidad de diseñadores emergentes, está llamado a jugar un papel importante en esta evolución.

 

 

Como respuesta a esta tendencia, la Escuela Madrileña de Decoración ha lanzado en México un Diplomado en Decoración e Interiorismo 3D con IA. La propuesta está diseñada para quienes desean comenzar una nueva etapa profesional o fortalecer sus habilidades, sin importar su experiencia previa.

 

Aunque la tecnología puede generar planos, visualizar espacios o sugerir combinaciones de colores, sigue siendo el ojo humano el que interpreta emociones y convierte una idea en una experiencia habitable. Como señala Sanz: “Un espacio bien diseñado es más que estética: Es una extensión del alma de quienes lo habitan”.

 

En este contexto, la IA no sustituye al diseñador, sino que amplía su campo de acción. El verdadero reto está en aprender a utilizarla como una herramienta que multiplica posibilidades y abre caminos para la innovación.