A sí lo plantean dos referentes en esta transformación: Jordi Vaquer, secretario general de Metrópolis, y Pilar Conesa, comisaria del Smart City Expo Congress, quienes desde sus respectivas trincheras han sido testigos y protagonistas del cambio de paradigma.
En sus orígenes, el concepto de Smart City se centraba en la incorporación de tecnologías y uso de datos para mejorar la eficiencia de los servicios urbanos. Jordi Vaquer recuerda que su propia organización, Metrópolis, participó en la gestación de esa visión a inicios de los años 2000: “la ciudad inteligente era aquella que usaba bien la tecnología y los datos para gestionar su día a día”.
Pilar Conesa coincide en que el concepto ha cambiado drásticamente desde entonces. “Hace diez años hablábamos de tecnología, hoy hablamos de un enfoque holístico. Las ciudades inteligentes integran desde la gestión del agua y la energía, hasta la movilidad, la vivienda, los espacios verdes y la inclusión social”.
Ambos expertos señalan que la Smart City de hoy ya no puede entenderse sin una mirada transversal que considere la sostenibilidad ambiental, la equidad social y la gobernanza como pilares fundamentales. Vaquer lo resume con claridad: “la ciudad inteligente de 2025 es aquella que usa bien la tecnología, crea sinergias con la naturaleza, avanza con las personas y está bien gobernada desde lo público y en coordinación con lo privado”.
Una Smart City o ciudad inteligente se puede definir como:
Una ciudad que utiliza tecnología y análisis de datos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, optimizar el uso de los recursos urbanos y fomentar un desarrollo sostenible, inclusivo y eficiente.
En otras palabras, es una ciudad que integra tecnologías digitales (como sensores, redes de comunicación, plataformas de datos y automatización) para gestionar de manera más eficaz servicios como el transporte, la energía, la seguridad, la movilidad, la recolección de residuos, el agua y la infraestructura urbana.
Sin embargo, los especialistas entrevistados por Real Estate Market & Lifestyle, coinciden en que ahora una ciudad inteligente va mucho más allá, al considerar la sustentabilidad, gobernanza, la inclusión, entre muchos más elementos.
Tecnología, sí; pero no como fin, sino como medio
Aunque la tecnología sigue siendo un eje, ahora se le ve como un medio para lograr ciudades más justas, resilientes y sostenibles. Pilar Conesa destaca que “hoy no hay presidente municipal que no reconozca que debe actuar frente al cambio climático. La diferencia está en la urgencia con la que se asumen estos compromisos”.
Jordi Vaquer alerta sobre un problema que emerge con fuerza: “quien tiene más datos sobre nuestras ciudades no son los gobiernos, sino las empresas tecnológicas privadas”. Para él, el reto está en democratizar el uso de los datos y garantizar que el conocimiento que generan beneficie al bien común. “Necesitamos nuevas regulaciones y alianzas para que esta riqueza no sirva solo a la acumulación privada, sino al desarrollo colectivo”, subraya.
Además, advierte que la tecnología puede profundizar desigualdades si no se diseña con una mirada inclusiva. Por ejemplo, el reconocimiento facial falla más con ciertos grupos étnicos o con mujeres, debido a sesgos en los algoritmos. “La tecnología debe ser nuestra aliada para reducir brechas, no para reproducir patrones de exclusión”, insiste.
Tecnologías emergentes
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La sostenibilidad y la resiliencia como ejes transversales
Ambos especialistas coinciden en que la sostenibilidad ha ganado terreno como uno de los componentes estructurales del nuevo modelo urbano.
Vaquer destaca cómo en América Latina —con ejemplos como Bogotá y Río de Janeiro— se han adoptado soluciones basadas en la naturaleza para enfrentar retos como la urbanización desordenada, la crisis hídrica o el efecto isla de calor. “Se trata de reconectar la ciudad con su entorno natural, usar la vegetación, los suelos, incluso a los polinizadores, como aliados para resolver problemas urbanos”, explica.
Pilar Conesa complementa esta visión al señalar que hoy hay un compromiso más fuerte y visible de los gobiernos locales con estos temas, y que muchos proyectos que antes eran ideas, hoy son experiencias reales compartidas entre ciudades, algo que ha fortalecido la cooperación regional.
La inclusión social y el derecho a la ciudad
Un segundo gran eje que ambos destacan es la inclusión y el combate a la desigualdad. Para Vaquer, las ciudades del mundo enfrentan un reto insoslayable: la brecha social está alcanzando niveles insostenibles. “En muchas urbes hay diferencias de más de 10 años en esperanza de vida entre quienes más tienen y quienes menos. Eso refleja desigualdades en salud, educación, agua potable y oportunidades”.
Frente a eso, destaca modelos como el de Bogotá con sus “manzanas del cuidado”, que ofrecen servicios públicos integrales a cuidadores y personas dependientes, y que ya se estudian en otras ciudades del mundo. También reconoce iniciativas similares en Ciudad de México, como las Utopías de Iztapalapa.
Conesa agrega que la inteligencia artificial también debe servir para cerrar la brecha digital, y que urge formar a la ciudadanía para que participe activamente en este nuevo entorno, sin quedar rezagada por falta de habilidades o acceso.
Gobernanza colaborativa y continuidad política
El concepto de Smart City también ha incorporado una nueva dimensión: la gobernanza inteligente. Jordi Vaquer lamenta que en muchas ciudades latinoamericanas cada cambio de gobierno implique empezar desde cero. “Hay que romper con esa lógica y construir institucionalidad, continuidad de políticas y diálogo entre niveles de gobierno y sociedad civil”.
Pone como ejemplo el caso de Medellín, que pasó de ser una de las ciudades más violentas del mundo a un referente de transformación urbana, gracias a la colaboración sostenida entre autoridades, universidades, cámaras empresariales y organizaciones sociales. “No fue un solo alcalde, fue un ecosistema”, aclara.
Por su parte, Conesa destaca el creciente compromiso de los presidentes municipales y gobernadores con estos temas, algo que no se veía hace una década. Describió que ahora van a los congresos de Ciudades Inteligentes no solo los técnicos, sino los líderes políticos de gobierno estatales y municipales, “y eso es clave para la implementación de políticas urbanas efectivas”.
Ejemplos de Ciudades Inteligentes en México
- Ciudad de México
Sistema ECOBICI con monitoreo en tiempo real.
Aplicación “Mi Taxi” y “App CDMX” para transporte, trámites y seguridad.
Proyectos de WiFi gratuito en espacios públicos.
- Guadalajara
(Jalisco)
Proyecto “Ciudad Creativa Digital”.
Gestión del alumbrado público inteligente.
Monitoreo ambiental y de tráfico con sensores.
- Querétaro
Proyecto “Ciudad Inteligente Querétaro” con cámaras, sensores y semáforos inteligentes.
Centro de Comando, Control, Comunicación y Cómputo (C4).
- Monterrey
(Nuevo León)
Iniciativas de movilidad inteligente y seguridad pública digital.
Plataforma de datos abiertos para transparencia gubernamental.
Recursos limitados, creatividad y financiamiento
Vaquer también pone énfasis en que el desarrollo de una ciudad inteligente no depende exclusivamente del nivel de riqueza, sino de una planificación eficiente y una buena gobernanza. Advierte sobre la llamada “paradoja del pobre”: “cuanto más pobre eres, más caro te sale todo. Las ciudades sin pavimento, por ejemplo, obligan a cambiar el auto antes; eso es un impuesto oculto”.
Frente a eso, propone facilitar el acceso a crédito no abusivo, mejorar la capacidad de gestión de proyectos de las ciudades y combatir el uso político de los recursos públicos. También subraya la necesidad de justicia climática global: “los países más responsables del cambio climático deben ayudar a los más vulnerables a adaptarse antes de que el daño sea irreversible”.
De la ciudad eficiente a la ciudad viva
En síntesis, la evolución del concepto de Smart City ha sido profunda y necesaria. Pasó de una visión centrada en sensores, datos y eficiencia, a un enfoque que integra tecnología, medio ambiente, inclusión y gobernanza para construir ciudades más humanas, resilientes y sostenibles.
Como resume Pilar Conesa afirma: “Hoy ya no hablamos de declaraciones de intención, hablamos de experiencias reales”. Y como afirma Jordi Vaquer: “Una ciudad inteligente en 2025 es una ciudad donde la tecnología sirve a las personas, no al revés; donde se respeta la naturaleza y se gobierna con visión de futuro”.
Avances
Contexto de Smart Cities en México
Políticas públicas:
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) ha promovido el desarrollo urbano sostenible e inteligente a través del Programa Nacional de Desarrollo Urbano.
Normativas:
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Red Nacional de Ciudades Inteligentes han impulsado estándares y buenas prácticas.
Adopción tecnológica:
Se han implementado sensores IoT, gestión inteligente del tráfico, iluminación pública automatizada y sistemas de videovigilancia en distintas ciudades.
Texto:Ricardo Vázquez