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La historia familiar de Musk, sus declaraciones políticamente incorrectas y su estilo de vida lo hacen muy diferente de otros ricos.

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Elon Musk es hoy el hombre más rico del planeta y solo por ello debería ser sujeto de análisis desde los ámbitos financiero, social y político como lo fueron en su momento Bill Gates, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos. Pero además de su inmensa fortuna, Elon Musk es un personaje muy peculiar.

Su historia familiar, su vida amorosa, sus declaraciones políticamente incorrectas y su estilo de vida lo hacen muy diferente de otros ricos. Una evidencia de ello: es el único millonario dentro de las 20 personas con más seguidores en Twitter. El líder indiscutible es Barak Obama pero Musk, el número seis, convive con artistas como Justin Bieber, Katy Perry y Taylor Swift o con políticos como Donald Trump y Narendra Modi, además del expresidente norteamericano.

Aventurero y ambicioso, desde muy joven leía incansablemente y diseñó a los 12 años de edad un juego de computadora que le redituó 500 dólares. En cuanto pudo migró de Sudáfrica a Canadá y de ahí a Estados Unidos. Llegó en 1995 y rápidamente fundó una compañía, una especie de sección amarilla en internet, llamada Zip 2 donde obtuvo 22 millones de dólares para luego fundar PayPal que al ser vendida, pleito mediante, le generó 180 millones.

 

En lugar de seguir la senda del millonario tradicional decidió perseguir sus sueños de niño: autos eléctricos para todos, conquista del espacio, acopio de energía, transportación pública o neurociencias.

 

En los años siguientes fundó empresas, controladas por él, para materializar cada uno de estos sueños. Así fue cofundador de Tesla y fundó SpaceX, Solar City, The Boring Company, Neuralink, Open Al y Star Link. Las más conocidas y exitosas, que además consolidaron su fortuna, son Tesla y SpaceX. Ambas reflejan de manera nítida el enfoque de Musk. En ninguno de los dos casos se trata de ideas nuevas o revolucionarias, como sí fueron Facebook o el IPhone.

Los autos eléctricos fueron concebidos desde el nacimiento de la industria automotriz hace más de cien años y Julio Verne previó los cohetes que escapaban de la atmósfera terrestre y que se materializaron al término de la Segunda Guerra Mundial. Lo que hace diferente a Elon Musk es su enfoque ante un problema.

En todos lo casos en lugar de hacer evolucionar una industria vieja cargada de ideologías, burocracias, intereses y regulaciones, él decidió empezar casi de cero. Tesla ejemplifica este enfoque. El fundador no fue Musk, fue Martín Eberhard un ingeniero despedido de General Motors cuando el fabricante más grande del mundo decidió cerrar su proyecto de producir autos eléctricos (se ve claramente el error). Elon entró un poco después para financiar la aventura pero muy rápido tomó el control, por supuesto, en medio de otro conflicto.

 

 

Desde el día uno comprendió que el tema a resolver eran las baterías. Tenían que ser más ligeras, más eficientes y más seguras. Se involucró personalmente en el diseño de éstas, pero también del auto y de las fábricas que lo iban a producir. Cambió el modelo de negocio, en favor de los consumidores, al abdicar de los talleres de mantenimiento y la venta de refacciones como un ingreso importante para la empresa.

Prevendió autos en las redes mucho antes de tener lista la producción lo que supuso un descalabro temporal que luego resolvió. Pero lo más importante, derivado de su pasión por las energías limpias, es que está ya aportando soluciones a las crisis energética y ambiental.

SpaceX es el otro ejemplo de su enfoque revolucionario. Competir con la NASA y las agencias espaciales rusa, europea y china no parecía una apuesta viable. Fiel a su enfoque y a su terquedad empezó casi de cero. En una antigua fábrica dilapidada en Los Ángeles construyó los motores involucrándose personalmente en el día a día y usando su auto McLaren y su avión privado para transportar ingenieros y hasta componentes.

 

Cuando intentó construir los gigantescos tanques de combustible, las empresas especialistas lo mandaron a una lista de espera de varios años, Musk contrató a un fabricante de silos de Wisconsin y cuando éste se retrasó, llevó los tanques a Los Ángeles y los acabó en su fábrica.

 

Terminado el primer cohete no tenía plataforma de lanzamiento. Pensó que la base Vandenberg cerca de Los Ángeles sería ideal pero una verdadera saturación de ésta más sus competidores que ya percibían la amenaza, lo volvieron a mandar a lista de espera. Encontró un lugar en un atolón en las Islas Marshall, en medio del océano Pacífico, cerca de Hawái. Por fin, después de meses de arduo trabajo y privaciones en donde el equipo en la isla llegó a declararse en huelga por falta de alimentos, el Falcón 1 pudo despegar exitosamente.

Claramente Elon Musk ha derrotado a burocracias e intereses y parece que lo seguirá haciendo. Aunque la compra de Twitter fracasó, él sigue pensando en poner un ser humano en Marte y está decidido a usar parte de su inconmensurable fortuna para lograrlo.Musk es admirable por muchas razones pero su enseñanza más grande es la concentración en resolver un problema y ser capaz de evadir y derrotar a las burocracias y a todos aquellos que no agregan valor al resultado final y muchas veces impiden su consecución.

Ahora que México está semiparalizado y los pocos creadores de valor, riqueza, empleos y base fiscal se ven lastrados por hordas de burócratas, gestores, abogados y políticos que impiden el crecimiento económico, pensemos en como nos hacen falta varios Elon Musks.

 

 

 

*ELON MUSK, Ashlee Vance. Harper Collins, 2015.