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A una década del Acuerdo de París, las ciudades se consolidan como el motor real de la acción climática. Con resultados tangibles, como la reducción de emisiones y millonarias inversiones verdes, los gobiernos locales emergen como actores clave rumbo a la COP30. Las urbes inteligentes y resilientes ya no son una promesa, sino la base del futuro climático global.

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En el décimo aniversario del Acuerdo de París, el mundo no solo conmemora una década de compromisos climáticos globales, sino que celebra también el ascenso imparable de las ciudades como protagonistas en la acción contra el cambio climático.

De acuerdo con el reciente informe ‘De París a Belém: Una década de liderazgo climático local’, presentado por el Pacto Global de Alcaldes por el Clima y la Energía (GCoM) y C40 Cities, revela un dato contundente: Las ciudades han pasado del discurso a los hechos.

 

Señala el documento cómo más de 13,700 ciudades y regiones en todo el mundo han asumido compromisos climáticos ambiciosos, ejecutando estrategias que mejoran la calidad de vida, promueven la justicia climática y fortalecen la resiliencia urbana.

 

No se trata de buenas intenciones, sino de resultados medibles: Entre 2015 y 2024, las ciudades que conforman la red C40 han reducido sus emisiones per cápita en un 7.5%, al tiempo que han impulsado proyectos por más de 179 mil millones de dólares en iniciativas de transporte limpio, soluciones basadas en la naturaleza, gestión de residuos y transiciones energéticas justas.

Fijó el Acuerdo de París la brújula, pero han sido los gobiernos subnacionales quienes marcaron el paso. Tal como lo señaló Anne Hidalgo, alcaldesa de París, este nuevo liderazgo “audaz y profundamente arraigado en la vida cotidiana de las personas se ha consolidado como el motor que traduce los objetivos globales en transformaciones concretas: Aire más limpio, empleos verdes y ciudades más habitables”.

 

Hoy, la gobernanza multinivel es reconocida como una estrategia clave para cerrar la brecha entre los compromisos nacionales (NDC) y las trayectorias necesarias para limitar el calentamiento global. La Coalición CHAMP, que agrupa a 75 gobiernos nacionales, es ejemplo de esta sinergia: Varios países, como Brasil, Reino Unido y Kenia, ya han fortalecido sus estrategias nacionales incorporando la visión y el liderazgo local.

 

La mirada está puesta ahora en la COP30 (30ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se celebrará en Belém, Brasil, del 10 al 21 de noviembre, donde se espera consolidar esta gobernanza multinivel y destrabar el acceso a financiamiento climático para los gobiernos locales.

Bajo este contexto, destaca el nombramiento de Eric Garcetti, exalcalde de Los Ángeles, como embajador para la diplomacia climática global de C40. Su rol será crucial en representar los intereses urbanos en las negociaciones climáticas de alto nivel, fortaleciendo la voz de las ciudades frente a gobiernos nacionales, organismos multilaterales y actores estratégicos.

 

 

 

“Las ciudades han estado en la primera línea de la lucha contra el cambio climático. Hoy más que nunca, necesitamos que ese liderazgo sea reconocido, respaldado y escalado globalmente”, señaló Garcetti, quien anteriormente presidió C40 y lideró la promesa global “Race to Zero”.

En un planeta donde más del 50% de la población ya vive en ciudades, y donde el cambio climático amenaza la salud, la seguridad y la economía de más de 3 mil millones de personas, las soluciones locales han dejado de ser opcionales. Son, como lo refleja el informe, el nuevo corazón del movimiento climático global.

 

La década que inició en París y que mira hacia Belém no solo ha transformado la narrativa sobre cambio climático. Ha puesto a las ciudades –inteligentes, resilientes y conectadas con las personas– en el centro de la solución. El desafío ahora es claro: Llevar esas soluciones a escala, con financiamiento, alianzas y voluntad política global.