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El debate sobre el impuesto al patrimonio vuelve a dividir a Europa: pocos países lo mantienen para reducir desigualdades o financiar políticas sociales, mientras otros lo han abandonado por su complejidad y bajo rendimiento fiscal.

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El impuesto sobre el patrimonio (o sus equivalentes) suscita acalorados debates en Francia, al igual que en otros países europeos. Menos extendido que el impuesto sobre la renta, su objetivo es gravar los patrimonios más elevados, principalmente con el fin de reducir las desigualdades o financiar políticas sociales.

 

Como detalla el mapa, basado en datos recopilados por Toute L'Europe, en 2025 unos pocos países aplican un impuesto sobre el patrimonio. Se trata de España, Noruega, Suiza y, en menor medida (parcialmente), Francia, Países Bajos y Bélgica.

 

 

Por ejemplo, en España, el impuesto sobre el patrimonio lo gestionan las comunidades autónomas y varía entre el 0.2% y el 3.5% sobre patrimonios superiores a 700,000 euros (820,000 dólares). Además, desde 2022, se ha establecido a escala nacional un nuevo impuesto solidario temporal sobre las grandes fortunas: este afecta a patrimonios de tres millones de euros (3’515,000 dólares) o más, con un tipo impositivo que oscila entre el 1.7% y el 3.5 por ciento.

En Noruega, el tipo impositivo sobre el patrimonio es del 0.7% de media (dependiendo de la localidad) sobre los activos que superan los 145,000 euros (170,000 dólares) aproximadamente. Además, en 2022, el Gobierno noruego elevó el tipo impositivo nacional al 1.1% (frente al 1% anterior) para los activos superiores a 1.7 millones de euros (1’990,000 dólares).

Por último, en Suiza, el impuesto sobre el patrimonio es progresivo y depende del cantón: se aplica a patrimonios superiores a unos 100,000 euros (117,170 dólares) y varía en general entre el 0.05% y el 0.9 por ciento.

 

A su vez, en Francia, el impuesto de solidaridad sobre el patrimonio se suprimió en 2018 y se sustituyó por un impuesto sobre el patrimonio inmobiliario. Este último grava los patrimonios inmobiliarios superiores a 1.3 millones de euros (1’523,170 dólares) con un tipo progresivo del 0.7% al 1.25 por ciento.

 

En los Países Bajos, el impuesto sobre el patrimonio también se suprimió en 2001 y hoy en día existe bajo otra forma. Se trata de un impuesto indirecto, con un tipo del 36% sobre el "rendimiento ficticio" del patrimonio (ahorros, acciones, etc.). Bélgica también aplica un impuesto parcial sobre el patrimonio, que adopta la forma de una contribución solidaria del 0.15% sobre los activos financieros de más de un millón de euros (1’171,670 dólares).

Varios otros países europeos aplicaban un impuesto sobre el patrimonio en el pasado, pero lo han abandonado en las últimas décadas. Es el caso, por ejemplo, de Italia (1992), Austria (1994), Irlanda, Dinamarca y Alemania (1997), o más recientemente Finlandia (2006) y Suecia (2007).