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La estación Gare de Mons en Bélgica, diseñada por Santiago Calatrava, combina vidrio, acero y luz natural en una estructura escultórica que conecta ciudad, arquitectura e infraestructura.

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El arquitecto suizo-español Santiago Calatrava vuelve a transformar la arquitectura pública con la nueva estación Gare de Mons, un proyecto que fusiona arte, ingeniería y funcionalidad en el corazón de Bélgica.

Ubicada sobre la línea internacional París-Bruselas, la estación se presenta como un puente monumental de 165 metros, concebido para conectar una zona residencial al norte con el centro histórico de Mons. Calatrava ganó el concurso para su diseño en 2006, apostando por una estructura que no solo reorganiza la movilidad, sino que también redefine el paisaje urbano.

 

Destaca el edificio por su envolvente de acero y franjas de vidrio, coronada por un techo inclinado y asimétrico que acentúa el dinamismo del conjunto. Desde las entradas norte y sur, marquesinas de cristal protegen el acceso y enfatizan la sensación de ligereza y movimiento que caracteriza la obra del arquitecto.

 

 

En el interior, la gran estructura triangular de celosía deja a la vista su complejidad técnica, mientras que los detalles en madera y piedra caliza azul aportan calidez y contraste. Una claraboya longitudinal permite la entrada de luz natural y ventilación, reforzando la sostenibilidad del diseño.

Infraestructura con visión humana

Más allá de su estética, la estación integra siete vías ferroviarias, 29 paradas de autobús y un estacionamiento subterráneo con espacio para automóviles y bicicletas, además de oficinas, servicios y una guardería.

Para Calatrava, la Gare de Mons “trasciende los desafíos de construir una nueva estación”, convirtiéndose en un símbolo de conexión y renovación urbana. La obra reafirma su sello: una arquitectura que combina poesía estructural y precisión técnica, al servicio de la ciudad y sus habitantes.