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McKinsey reveló que el 68% del patrimonio neto mundial se refleja en bienes inmuebles, seguido de la infraestructura, maquinaria y equipo, bienes intangibles, propiedad intelectual y patentes.

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Finalmente, el gigante de Asia lo logró. Según un informe titulado 'El auge del balance mundial: ¿en qué medida estamos utilizando nuestra riqueza de forma productiva?', se dio a conocer que China ya es el país más rico del mundo.

En el estudio, en el que se analizaron los balances de las economías de 10 países que representan más del 60% de la renta mundial. China representó 50% de ese crecimiento del patrimonio neto, o riqueza, entre los años 2000 y 2020.

Le siguen Estados Unidos, que logró el 22%; y destaca el caso de Japón, que en 2020 poseía el 31% de la riqueza de las diez economías a nivel mundial, actualmente solo obtuvo el 11% en 2020, año de la crisis por la pandemia, según lo dio a conocer la consultora internacional McKinsey & Co.

La marea roja crece

China elevó su riqueza hasta los 120 billones de dólares, desde los 7 billones que logró en el  año 2000. Por otra parte, Estados Unidos duplicó con creces su patrimonio neto, hasta alcanzar los 90 billones de dólares, destacó por su parte Bloomberg.

En ambas potencias más de dos tercios de la riqueza están en manos del 10% de los hogares más ricos, y su proporción va en aumento, indica McKinsey & Co, aunque la disparidad fue más fuerte en China.

“En Estados Unidos, la riqueza, que está en manos del 10% de los hogares más ricos pasó del 67% en 2000, al 71% en 2019. Mientras que en China, el 10% de los hogares más ricos poseían el 48% de la riqueza del país en 2000, y en 2015 el valor aumentó hasta el 67%.

Bienes inmuebles, la clave

McKinsey reveló que el 68% del patrimonio neto mundial se refleja en los bienes inmuebles, mientras que los sectores de la infraestructura, maquinaria y equipo, bienes intangibles, la propiedad intelectual y patentes, son las que más generan la acumulación.

Sin embargo, el fuerte aumento del patrimonio neto en las dos últimas décadas ha superado el incremento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, mismo que se impulsó por el aumento de los precios de los inmuebles, y la disminución de los tipos de interés, en una combinación.

Según McKinsey & Co, entre los efectos secundarios negativos, estarían que los valores inmobiliarios para poseer una vivienda, sean inasequible para muchas personas, “creando el escenario para una crisis financiera como la que afectó a Estados Unidos en 2008 tras el estallido de la burbuja inmobiliaria”.

La firma señaló que otro riesgo potencial para China serían sus problemas de deuda como la que están presentando diversos promotores inmobiliarios, como China Evergrande Group y otras constructoras de vivienda.

Para ello, sugiere McKinsey & Co, se debe reorientar el capital a inversiones productivas en activos reales e innovaciones que aceleren el crecimiento económico.