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La autopista Mazatlán-Durango costó hasta diez veces más de lo que debía costar y, pese a que el impacto fue positivo, es la más cara del mundo y es “una muestra de los efectos de la corrupción”, aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador al cierre de su gira por Sinaloa y Durango.

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El presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo un escenario menos ad doc del que puede tener en el centro del país. Su visita de fin de semana a Sinaloa y Durango mostró lo complejo que es esa zona del país, especialmente cuando tocó la comunidad de El Salto, un enclave poblacional a mitad de la ­sierra que, agobiada por problemas de narco, llamó al Ejecutivo a ayudarle en problemas que el gobierno estatal, aseguran, ha ignorado.

Al tocar nuevamente sus constantes temas sobre el robo del combustible y del reparto de apoyos directos, además habló de los diversos apoyos al programa Jóvenes Construyendo el Futuro, así como Tarjetas del Bienestar a personas con discapacidad y adultos mayores.

Pese a que la aludida autopista fue construida con tecnología de punta y que ha reducido las 14 horas de recorrido a menos de cuatro.

Según una nota de El Siglo de Durango, a julio de 2018, la autopista era una de las más caras del país, ya que su recorrido de ida y vuelta, es de hasta 1,184 pesos en todos sus tramos.  

Según otro despacho de El Universal, la obra, calificada como la más grande en la historia de las carreteras en México”, tuvo un presupuesto de 8,125 millones de pesos, sin embargo, terminó con un costo superior a los 28,000 millones de pesos.

Con información de Crónica, El Sol de Durango, y El Universal.