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Cada vez más mujeres mexicanas, muchas de ellas madres y jefas de familia, están construyendo sus propios hogares ante la falta de acceso a vivienda formal. Con herramientas en mano, están cambiando el rostro de la autoconstrucción en México.

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Sin planos ni maquinaria pesada, pero con voluntad, creatividad y mucho esfuerzo, cada vez más mujeres mexicanas están asumiendo el reto de construir su propia vivienda. Ya sea como madres solteras, viudas o jefas de familia, están transformando lotes baldíos en hogares dignos para sus hijos… y lo hacen con sus propias manos.

Desde zonas como Iztapalapa, Ecatepec, Tláhuac o Chalco, mujeres como Norma —madre de tres hijos— están demostrando que no se necesita ser ingeniera para levantar una casa. "Lo hago poco a poco, con lo que saco vendiendo tamales o de la tanda. No es fácil, pero mis hijos ya tienen un techo", cuenta orgullosa mientras coloca bloques en lo que será su baño.

 

Esta tendencia va al alza, especialmente en un país donde más del 64% de las viviendas han sido construidas de forma no profesional, y más de 8.5 millones enfrentan rezago habitacional, según cifras del INEGI.

 

La autoconstrucción como respuesta y como acto de poder

La falta de acceso a créditos, el alto costo del suelo urbano y el abandono de políticas públicas para vivienda social han dejado a millones de familias sin opciones formales para adquirir una casa. Pero ante la ausencia institucional, estas mujeres han decidido actuar.

Muchas se capacitan con colectivos, universidades o asociaciones civiles. Aprenden desde lo básico: Plomería, manejo de herramientas, diseño estructural e incluso sistemas de captación de agua. Lo hacen por necesidad, sí, pero también por convicción: Construir su hogar es una forma de tomar las riendas de su futuro.

  

 

Empresas que sí las ven

Y en este fenómeno de transformación social, también han surgido aliados estratégicos. Una de las empresas más activas es Materiales San Cayetano Express, con más de 27 años de presencia en la CDMX y Estado de México. A través de ocho sucursales, esta firma mexicana ha identificado el crecimiento del número de clientas mujeres.

"Ellas vienen solas, preguntan, hacen cuentas, compran material y deciden. Por eso adaptamos nuestra atención para apoyarlas mejor, sin prejuicios", explica María Fernanda Montoya, gerente de relaciones institucionales de la empresa. Además de ofrecer entregas programadas y asesoría gratuita, han impartido más de 200 talleres abiertos para quienes desean construir sin experiencia previa.

Construir también es dignificar

Más que muros o techos, estas mujeres están edificando espacios de seguridad, identidad y esperanza. En cada ladrillo hay esfuerzo; en cada mezcla, una historia de lucha silenciosa. Y aunque su trabajo no siempre aparece en las estadísticas o los reflectores, su impacto es profundo.

 

Mientras el mercado formal sigue enfocado en desarrollos verticales de lujo, en los barrios populares de México, muchas mujeres ya no solo habitan: Construyen. Son parte de una nueva narrativa urbana donde la resiliencia y el ingenio se traducen en hogares propios, creados desde abajo y con las manos al frente.