Cuando se habla de comprar una casa en Estados Unidos, el precio y la ubicación suelen encabezar la lista de prioridades. Sin embargo, un nuevo estudio revela que hay un factor menos evidente, pero igual de decisivo: Los vecinos.
El costo de tener malos vecinos
Vivir al lado de personas problemáticas no solo afecta el ánimo, también golpea el bolsillo. Una cuarta parte de los propietarios estadunidenses ha tenido que gastar al menos 1,000 dólares en resolver disputas con vecinos, desde levantar cercas hasta pagar honorarios legales. En algunos casos, la situación se vuelve tan complicada que hasta influye en el valor de la propiedad: 13% de los dueños cree que sus vecinos pueden complicar la venta de su casa.
¿Cuánto vale la tranquilidad?
El deseo de evitar vecinos conflictivos es tan fuerte que muchos estarían dispuestos a pagar más por una vivienda. Casi 1 de cada 5 estadunidenses (19%) pagaría 10,000 dólares adicionales por asegurarse de vivir en un entorno pacífico, y 12% desembolsaría hasta 20,000 dólares más. Para algunos, incluso la posibilidad de no interactuar con los vecinos sería suficiente para justificar el sobreprecio.
Quejas frecuentes y razones de mudanza
Más de la mitad de los encuestados (56%) asegura tener alguna queja sobre sus vecinos, desde peleas y gritos hasta perros que ladran sin control. Estos problemas llegan a tal grado que 45% de los estadunidenses estaría dispuesto a mudarse si no le agradan sus vecinos, y más de una cuarta parte ya lo ha considerado seriamente.
Los comportamientos más rechazados incluyen peleas constantes (88%), mascotas ruidosas (84%) y símbolos que generan divisiones, como la bandera confederada (57%), que son percibidos como factores decisivos a la hora de descartar una vivienda.
El perfil del “buen vecino”
Una lección para compradores y vendedores
Más allá del precio o el diseño de una propiedad, la experiencia demuestra que el vecindario es parte esencial de la inversión inmobiliaria. Un entorno amigable no solo mejora la vida diaria, también protege el valor de la vivienda a futuro.
En un mercado donde cada dólar cuenta, los compradores ya no solo buscan metros cuadrados: Buscan tranquilidad, respeto y comunidad. Porque, al final, comprar una casa también es comprar un lugar donde sentirse en paz.