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La economía mexicana ha transitado un ciclo adverso durante los últimos tres años, profundizado por el severo golpe que significó la crisis sanitaria, y se perfila para iniciar el 2022 en un escenario donde lo deseable es regresar al crecimiento inercial previo al Covid-19, con tasas promedio anual de alrededor del 2.7%; sin embargo, diferentes elementos suponen riesgos para lograrlo.

La economía de Yucatán ha sido muy dinámica y supera de forma consistente el desempeño nacional. En los últimos cinco años previos a la pandemia, su ritmo de crecimiento fue cercano al doble del promedio anual que registró el PIB nacional.

Históricamente, Yucatán ha tenido una economía basada en el comercio y servicios, posicionándose como la capital de la península y del sureste en esos ámbitos; sin embargo, en la última década, la industria ha crecido a buen ritmo siendo gran impulsora de empleos y cadenas productivas que han permitido un desarrollo más incluyente.

La dinámica de la economía de Yucatán se ha fundamentado en cuatro pilares: Seguridad, educación dual, protección civil y lo más importante, certeza jurídica.

La seguridad, tranquilidad y certeza jurídica de Yucatán son los pilares permanentes para generar inversión y empleo en una economía abierta y diversificada. Y la suma de todo ello es la gasolina que impulsa el motor para un desarrollo sostenible del estado.