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Aunque tuvimos una primera mitad relativamente estable y positiva, marcada con un optimismo general ante la gradual mejoría tanto en los indicadores económicos, como de salud, la segunda mitad del año comenzó a mermar esa confianza y a despertar nuevas preocupaciones.

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Los casos de COVID retomaron la tendencia alcista que habían dejado atrás los meses pasados y la volatilidad incrementó, haciendo evidente la complejidad de la situación y la divergencia de los efectos en las  regiones, sectores y poblaciones.

Desde julio, tuvimos un incremento en la volatilidad e incertidumbre en el mercado energético derivado de algunos desacuerdos en la OPEP, donde los Emiratos Árabes estuvieron en contra de las acciones llevadas a cabo por Rusia y Arabia Saudita.

Asimismo, tuvimos movimientos en los precios de los metales, ante el crecimiento de las preocupaciones sobre la demanda de los mismos si China presentara un menor crecimiento económico al estimado por los mercados, impactando de manera subsecuente la recuperación global, esto aunado a la potencial desaceleración de las economías ante las nuevas cepas en la pandemia y los crecientes casos.

Finalmente, algunas semanas después, la OPEP llegó a un acuerdo para comenzar a incrementar la producción de crudo en 400 mil barriles por día de manera mensual, hasta sumar 5.8 millones de bd; lo que ayudó a disminuir el precio del crudo en los mercados, impulsando a su vez revisiones a la baja algunos estimados de inflación.

Adicionalmente, algunas economías comienzan a relajar nuevamente las medidas de confinamiento, entre ellas, el Reino Unido, que presentó una nueva reapertura tras los cierres ocasionados por la variante Delta. No obstante, la variante Delta continuaba predominando en varios países, incluso en aquellos que contaban con altos niveles de vacunación. En algunos países de Europa, se endurecieron las restricciones a los viajeros y de hecho, los juegos olímpicos de Tokio se realizaron a puerta cerrada de extranjeros. A pesar de las diferentes medidas tomadas a nivel global, en general se endurecieron las medidas sanitarias elevando dudas e incertidumbre sobre el desempeño de la actividad, sobre todo en las industrias de servicios.

 Los indicadores económicos mostraban la coyuntura y divergencia de las economías. Mientras que por un lado, el PMI de la Eurozona presentó una sorpresa positiva, acelerándose a pesar del impacto de la variante Delta, la actividad hilaba cinco meses en expansión. Destacó el repunte en el sector servicios pese a un rebrote en los contagios y la manufactura mostró un ritmo sólido de avance, pero moderándose y todavía reflejando escasez de insumos. Por otro lado, el mismo indicador en EEUU registró su menor expansión en cuatro meses, con una desaceleración en el sector de servicios atribuida a una falta de mano de obra. La manufactura registró un repunte por nuevos pedidos, pero continuaron los retrasos en los insumos.

Durante julio, se publicó también el PIB preliminar del 2T21 de EEUU, en donde vimos su cuarta lectura con crecimiento secuencial, y el cual superó el máximo nivel visto antes de la pandemia, lo que trajo consigo mejores perspectivas, tanto para algunas perspectivas de crecimiento (a pesar de los contagios), así como para los mercados financieros. El consumo privado fue nuevamente el componente que más aportó al alza, impulsado por la reapertura de servicios y los ahorros de las familias estadounidenses que se generaron tras los apoyos que había dado el gobierno. También se expandieron la exportación y la inversión privada en equipo. Esto no estuvo sin obstáculos, por ejemplo, algunos problemas en la producción, induciendo una baja en los inventarios, al igual que el menor gasto gubernamental (el fin de los estímulos, pago vacunas) y el déficit comercial.

Con estos resultados y el crecimiento en la inflación, la Fed continuó evaluando el progreso en la economía y el estatus de las compras de activos, las cuales mantuvo sin cambios en ese momento. En el comunicado señalaron que la economía y el empleo continuaron fortaleciéndose, y que el alza en la inflación es, a grandes rasgos, por factores transitorios. Asimismo, apuntaron que el empleo se estaba acelerando, pero no en línea con el nivel máximo y esperaban que los frenos a la participación laboral por los contagios se disiparan. Adicionalmente, algunos miembros de la FED comentan que se pudiera extender la presión en la inflación por las continuas disrupciones en el lado de la oferta.

Mientras tanto, en México, la inflación para el mes de julio registró su novena quincena por arriba del 4%, situándose en 5.8%. El índice subyacente incrementó a 4.6% presionado por la escasez y los altos precios de los insumos, así como por una mayor demanda de servicios ante las graduales reaperturas. La parte no subyacente disminuyó de su máximo del año a 9.2%, pero continuaba en niveles elevados. El PIB al 2T21 mostró una cuarta expansión secuencial, con un fuerte repunte del 19.6% a/a (recordando que el segundo trimestre del 2020 fue cuando se tuvo el mayor impacto por la pandemia en términos de resultados), impulsado por el crecimiento de las tres ramas de la actividad: la industria tuvo su primer alza en tres meses (recuperando parte de las dos caídas previas), mientras que la construcción, el sector todavía más rezagado, registró un rebote parcial y las manufacturas reflejaron la expansión en industrias de EEUU.

Otros indicadores continuaron ganando tracción, con un incremento de 117 mil nuevos puestos de trabajo en julio, cifra que se distorsiona en parte por la “Ley outsourcing”; al tiempo que las remesas continuaron beneficiándose del mayor ingreso de los hogares en EEUU y se aceleraron todavía a un mayor nivel, acumulando USD$28.1 mm contra los USD$22.8 del mismo periodo del año anterior.

Ahora bien, enfocándonos en las empresas que cotizan en los diferentes mercados financieros, durante el 2T21, si bien la base de comparación les beneficio a la mayoría, comenzamos a ver que algunas emisoras ya tenían resultados por arriba de los niveles vistos en el 2019, impulsadas por la necesidad de adaptarse a una nueva normalidad, lo que les permitió alcanzar eficiencias operativas, mejorar los márgenes e innovar para mantener el crecimiento dentro de los mercados. En este trimestre, destacó la recuperación en los segmentos de Retail y Consumo Frecuente, con fuertes crecimientos en ingresos, EBITDA y utilidad neta. Las empresas del S&P 500 también presentaron una buena temporada de reportes, en donde aproximadamente el 87% de las mismas superaron las expectativas de los analistas. Cabe destacar que el estimado original para estas empresas contemplaba un crecimiento en ventas del 18.5% a/a y en Utilidad por Acción de 65.4% a/a, cifras que se fueron incrementando de manera semanal con los buenos resultados, para terminar con una expectativa cercana el 25% en ventas y al 95% en UPA.

Un mes después, en agosto, Banxico llevó la tasa objetivo a 4.50%, es decir, un incremento de 25 puntos base, al tiempo que incrementó nuevamente su pronóstico de inflación, estimando que ahora volvería al rango objetivo en el primer trimestre del 2023 (vs. la estimación previa de que regresaría en el 2T22), afirmando que los choques son temporales, pero con riesgos sesgados al alza, y mostrando una mayor cautela sobre el panorama económico, advirtiendo sobre el rebrote del virus.

A finales de agosto, se tuvo el simposio en Jackson Hole, donde Jerome Powell comentó que podrían comenzar a reducir las compras de activos este año, pero que no tienen prisa de incrementar las tasas de interés. Esto, antes de conocer que el empleo tuvo su menor crecimiento en siete meses.

Mientras que, en China, el PMI bajó a terreno contractivo por primera vez desde el 1T20, cuando inició la recuperación, afectado por el impacto del rebrote del virus sobre el sector servicios y los cuellos de botella que presionaron las manufacturas de dicho país. Por su parte, la inflación en la Eurozona presentó su segundo mes por arriba de la meta del BCE.

En septiembre, al cierre del tercer trimestre del año, a pesar de la menor letalidad menor y datos alentadores respecto a los contagios en EEUU, el empleo en EEUU presentó su peor avance en el año, afectado principalmente por la caída (atípica) en el gobierno dentro del sector de educación, lo que derivó en una caída en la participación general presiones al alza en los salarios.

Las nuevas variantes continuaron aumentando la incertidumbre. La Unión Europea recomendó limitar a los viajeros internacionales, y Reino Unido consideró pedir comprobantes de vacunación.

La volatilidad en los mercados se agravó con China, señalando mayores regulaciones para algunos sectores, en conjunto con las preocupaciones derivadas de la frágil situación financiera de la segunda empresa más grande de bienes raíces de dicho país, Evergande Group.

Adicionalmente el mercado comenzaba a asumir que la inflación podría no ser tan transitoria como se esperaba, y que el incremento en los precios de los energéticos podría meter aún más presión en el corto plazo. Lo que generó preocupación sobre los márgenes de las empresas por alzas en los costos y gastos (materias primas, insumos, mano de obra y logística), al tiempo que se generó una mayor sensibilidad a las expectativas de mercado sobre los reportes financieros.

Por su parte,  la OPEP reiteró su plan para normalizar la producción y ratificó su compromiso para inyectar los 400 mil bpd en octubre, con lo que se recuperaría casi la mitad de lo que se recortó en el 2020, con el objetivo de proveer mayor estabilidad al mercado energético.

Ese mismo mes, en la parte nacional, el sector automotriz continuó evidenciando por tercer mes consecutivo, la complejidad y afectaciones de las cadenas de suministro por la falta de semiconductores y los cuellos de botella que esto generó en una industria altamente globalizada. La producción y exportación de vehículos continuaron con presiones a pesar de una demanda sólida en EEUU (en promedio el 80% de la exportación se manda a EEUU); sobre todo la producción la cual quedó en 208 mil unidades, la cifra más baja para el mes de septiembre en once años.

Adicionalmente, la inflación rebotó después de cuatro caídas y tiene un crecimiento importante regresando a máximos desde el mes de abril, cerrando en 6.0%, afectado por la parte subyacente, la cual incrementó a 4.9%. Al mismo tiempo, las remesas mostraron un menor crecimiento, pero se mantienen en niveles récord para el año.