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Hay confusión en el Reino Unido sobre cómo se será la retirada de Gran Bretaña de la Unión Europea. En julio, la Primera Ministra británica Theresa May publicó un libro blanco que describe la visión del gobierno para su relación posterior ante el inminente divorcio con la Unión Europea.

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La fecha límite para la retirada británica es el 29 de marzo de 2019, pero los negociadores consideran que los próximos tres meses serán cruciales. Parece claro que en nuestra economía global podemos esperar que el Brexit afecte la industria financiera y el mercado inmobiliario, así como desencadenar un posible cambio global en el poder financiero y la estabilidad económica mundial, aseverá Eli Razin en un artículo publicado por Forbes en Estados Unidos.

El libro blanco de May propuso un acuerdo negociado que expandiría los derechos otorgados a otros países no pertenecientes a la UE bajo el sistema de "equivalencia", que requiere que las regulaciones financieras de terceros países sean equivalentes a las regulaciones de la UE.

Pero la Unión Europea tendría la última palabra sobre el acceso de Gran Bretaña a los mercados europeos, informó por su parte el Financial Times. Esto parece indicar que el Reino Unido está preparado para aceptar aproximadamente el mismo nivel de control sobre las reglamentaciones financieras que los países no pertenecientes a la UE, como Estados Unidos.

Sin embargo, algunos analistas temen que Gran Bretaña al estar más nivelada con sus contrapartes fuera de la UE, podría reducir la ventaja competitiva del Reino Unido y de sus instituciones financieras.

Por otro lado, un análisis de PricewaterhouseCoopers sobre el impacto de Brexit encontró que "las interrupciones en el nivel de acceso al mercado en los servicios financieros serán económicamente costosas". En una situación así, Gran Bretaña "experimenta una pérdida directa de la actividad de los servicios financieros y también pierde por la mayor fragmentación de los mercados financieros de la UE", según el informe.

Este escenario podría impulsar a las instituciones financieras de EU y Asia en Europa para abrir la competencia financiera global. Eso podría tener un efecto negativo en los bancos británicos como HSBC y Barclays, tanto en términos de sus resultados como de su capacidad y apetito por originar préstamos.

La incertidumbre ha impulsado a muchos bancos a poner más recursos en centros europeos fuera de Londres, una tendencia que muy bien podría desbancar a Londres como la capital financiera de Europa, lo que podría tener repercusiones negativas en la economía británica y, por extensión, en la economía mundial, y cambiar el panorama político y financiero en Europa y el mundo.

Como se recordará,  Londres ha florecido como centro financiero en parte porque los bancos mundiales han utilizado a la ciudad como base para vender sus servicios en toda la Unión Europea, pero "con el tiempo marcando la salida de Gran Bretaña del bloque comercial de 28 países, el complicado divorcio internacional conocido como Brexit, el estado de la ciudad como centro bancario está bajo amenaza", escribió Gavin Finch de Bloomberg.

Las finanzas y servicios profesionales relacionados generan alrededor de 248,000 millones de euros anuales en Gran Bretaña, lo que representa 12% de la economía británica. Dentro de la UE, el Reino Unido alberga el mayor sector de servicios financieros, que representa 24% del valor agregado bruto producido por ese sector en la UE en 2015, según el informe de PwC sobre el impacto del Brexit, con 15.9%, Alemania llegó en un distante segundo lugar, seguida de Francia, Italia y Países Bajos.

Una pregunta abierta es qué ciudad es la siguiente en convertirse en el centro financiero de Europa. Por un tiempo, parecía que Frankfurt reemplazaría a Londres como la capital financiera de Europa, y la Asociación de Bancos Extranjeros de Alemania dijo en marzo que esperaba que unos 20 bancos expandieran su presencia en Alemania después del Brexit y miles de nuevos empleos relacionados con las finanzas. Morgan Stanley, por ejemplo, ha elegido Frankfurt como el sitio para un segundo centro europeo además de Londres, y podría reubicar a 200 empleados fuera de Gran Bretaña.

Los grandes bancos que parecen estar cubriendo sus apuestas sobre el futuro de Europa incluyen Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs y JPMorgan. Bank of America ha seleccionado Dublín como su nueva base de operaciones de la UE, y también está expandiendo las actividades de banca de inversión en París, así como extendiendo el contrato de arrendamiento de su sede en Londres hasta 2032. Citigroup eligió Frankfurt como su nuevo centro de comercio europeo, al mismo tiempo que impulsa sus oficinas en París y la creación de un centro de innovación en Londres.

Dejando de lado la perspectiva de las guerras comerciales, la economía estadounidense, el sistema financiero y el mercado inmobiliario pueden llegar a ser percibidos como uno de los más estables del mundo en medio de la agitación Europea inducida por el Brexit. Más específicamente, la ciudad de Nueva York podría ser potencialmente un ganador, más que Frankfurt o París, que están envueltos en una situación de compartir el poder con otras ciudades europeas.