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En el sector inmobiliario de México se necesita abordar el impacto del nearshoring, trabajar en conjunto y responder adecuadamente a la demanda de vivienda, toda vez que esta industria ha reportado importantes caídas en la producción habitacional a nivel nacional.

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El proceso de relocalización masiva de empresas, conocido como nearshoring, está generando una creciente presión en la industria de la vivienda del país.

Desde hace varios años, previos a la pandemia de Covid-19, se han reportado importantes caídas en la producción habitacional a nivel nacional, lo que plantea un desafío significativo para satisfacer las necesidades habitacionales en el contexto del nearshoring, resaltó el Banco Inmobiliario Mexicano (BIM).

 

La llegada de decenas de empresas por el nearshoring requiere de viviendas para su mano de obra, lo que crea un escenario en el que el factor habitacional se convierte en una prioridad para el país.

 

"No es algo que vaya a suceder de la noche a la mañana. Se espera que las fábricas comiencen a producir a lo largo de 2023. Luego, es necesario esperar de 12 a 18 meses para que los empleos se vuelvan estables y las personas tengan acceso a crédito. Estamos hablando de un periodo de dos a tres años para que se active plenamente la demanda habitacional en México debido al nearshoring", indicó Rodrigo Padilla, director general del BIM.

Sin embargo, la producción de nuevas unidades habitacionales se ha visto estancada por factores como la inflación en los materiales de construcción, el aumento de las tasas de interés y los desafíos burocráticos para iniciar proyectos. La industria ha dejado de construir hasta 200 mil viviendas anualmente a nivel nacional, lo cual agrava el rezago habitacional existente en el país, que requiere la construcción de al menos 500 mil unidades para satisfacer las necesidades de vivienda.

 

 

Datos proporcionados por la Sociedad Hipotecaria Federal revelan cambios significativos en la participación de las diferentes clases de vivienda en el mercado inmobiliario mexicano. En el primer trimestre de 2017, la vivienda tradicional representaba el 25% del mercado, mientras que en el primer trimestre de 2023 aumentó al 32 por ciento.

En ese mismo periodo, la vivienda residencial ha experimentado un crecimiento de 11 al 18%. Por otro lado, la vivienda económica-popular ha disminuido su participación del 45 al 26%. Estos cambios reflejan preferencias cambiantes de los compradores en el mercado de bienes raíces.

Por lo que la institución financiera subraya la importancia de abordar estos desafíos y trabajar en conjunto con la industria de la vivienda para impulsar la producción habitacional y responder adecuadamente a la demanda generada por el nearshoring.

 

"La falta de vivienda representa un riesgo significativo, ya que podría resultar en el crecimiento de asentamientos irregulares y el hacinamiento. Si no tomamos medidas, este podría ser el camino que sigamos. Sería perjudicial para todo el país", enfatizó Padilla.

 

Para la institución financiera, los mercados del Norte y Occidente del país son importantes, ya que se observa una migración significativa de otros estados y una mayor demanda habitacional impulsada por empleados jóvenes. Se espera, dijo, que el fenómeno del nearshoring intensifique esta tendencia y se extienda al resto del país.