Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, sedes mexicanas del Mundial de Futbol 2026, se encuentran ante un punto de inflexión en su desarrollo urbano. Más allá de la infraestructura deportiva, el evento internacional plantea un desafío estructural: transformar la conectividad digital en experiencias urbanas eficientes, seguras y centradas en las personas, bajo un enfoque de ciudades inteligentes.
La Ciudad de México destaca ya como uno de los núcleos urbanos más conectados a nivel global, con 35 mil 350 puntos de acceso a WiFi gratuito, velocidades que oscilan entre tres y cinco megabits por segundo y la capacidad de conectar de forma simultánea a más de 1.27 millones de usuarios.
Este nivel de infraestructura representa una ventaja competitiva, pero también subraya la necesidad de evolucionar desde la simple conectividad hacia un uso estratégico de los datos.
Mundial 2026: el reto urbano de México hacia la hiperconectividad
Esto implica fortalecer la cobertura, reducir fallas, cerrar brechas tecnológicas y asegurar que cada punto de acceso, sensor urbano o sistema digital genere información útil para una mejor toma de decisiones.
Diversos especialistas en transformación digital urbana coinciden en que una ciudad inteligente no se define por la cantidad de tecnología instalada, sino por su capacidad para interpretar datos y convertirlos en soluciones prácticas.
Uno de los principales desafíos identificados es la desigualdad en el acceso y uso de la tecnología. Persisten zonas con baja cobertura, interrupciones constantes y limitado conocimiento digital. Reducir esta brecha requiere no solo inversión en infraestructura, sino políticas de educación digital, colaboración entre sectores y una gestión responsable de los datos, con énfasis en la confianza ciudadana y la inclusión.
La inteligencia de datos se posiciona como un elemento clave en la evolución urbana rumbo a 2026. A través de la integración de tecnologías de la información, comunicaciones e internet de las cosas, las ciudades pueden anticipar necesidades, detectar patrones de movilidad y responder de manera más eficiente a situaciones cotidianas o extraordinarias asociadas a grandes eventos.
Al conectarse a una red WiFi pública, un visitante puede recibir información contextual como rutas seguras, opciones de transporte, eventos cercanos o contenidos culturales, mientras la ciudad obtiene datos agregados que permiten comprender mejor las dinámicas urbanas.
El impacto práctico de este modelo se refleja en la experiencia del visitante. Desde el aeropuerto hasta el estadio, la conectividad integrada permite orientarse, optimizar traslados, acceder a servicios y sentirse acompañado en todo el recorrido urbano.
Al mismo tiempo, la ciudad fortalece su capacidad de gestión mediante sistemas de videovigilancia, monitoreo constante y análisis de información en tiempo real.


