|  

Las principales ciudades del mundo exigen a los gobiernos acelerar la eliminación de combustibles fósiles y adoptar planes nacionales creíbles que concreten los acuerdos de la COP28 rumbo a 2030.

1 No me gusta0

La transición global hacia energías limpias dejó de ser un horizonte lejano para convertirse en una urgencia palpable en las calles de las grandes urbes. Con ese sentido de inmediatez, C40 Cities –la red que agrupa a casi 100 alcaldes de las principales metrópolis del planeta– llamó a los gobiernos nacionales a construir un plan creíble para terminar con la dependencia de los combustibles fósiles, en línea con la petición del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

 

El punto de partida es el acuerdo histórico alcanzado en la COP28: avanzar hacia la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, triplicar la capacidad global de energías renovables y duplicar la eficiencia energética antes de 2030. Para los alcaldes, la COP30 debe ser el paso del discurso a la implementación. Y, sobre todo, debe reconocer que las ciudades –responsables de más del 80% de las emisiones energéticas– son piezas esenciales en esa transición.

 

Los compromisos no son menores. Las ciudades C40 ya se han planteado reducir a la mitad su consumo de combustibles fósiles al cierre de esta década. Lo notable es que avanzan cinco veces más rápido que los propios objetivos nacionales de reducción per cápita, demostrando que el futuro post-fósil no solo es técnicamente posible sino factible en la práctica urbana.

La reunión de líderes en Belém fortaleció una coalición creciente: gobiernos locales, estados y regiones –como los representados por la Coalición Under2– respaldaron una hoja de ruta global para acelerar la implementación del acuerdo energético de la COP28. La visión compartida: una transición justa, ordenada y equitativa que se traduzca en beneficios concretos para las comunidades.

Ejemplos sobran. Río de Janeiro creó la primera comunidad fotovoltaica en una favela a través de RevoluSolar; Johannesburgo instaló minirredes solares y soluciones de cocción limpia en asentamientos informales; Ámsterdam se propuso desconectar a 550,000 hogares del gas natural hacia 2040; Lagos protege a medio millón de familias vulnerables con programas de apoyo a medida que eliminan subsidios al combustible; y Bogotá impulsa a mujeres de sectores marginados como conductoras de autobuses eléctricos, combinando equidad y electrificación del transporte.

 

Para Caterina Sarfatti, directora general de Inclusión y Liderazgo Global de C40, el mensaje es claro: Brasil está marcando el tono al exigir que el mundo transforme compromisos en acciones, y las ciudades ya están entregando resultados tangibles. La ambición ahora debe consolidarse en hojas de ruta nacionales que definan mecanismos de financiamiento, metas sectoriales y procesos inclusivos que integren a trabajadores, sociedad civil y gobiernos subnacionales.

 

Sadiq Khan, alcalde de Londres y copresidente de C40, lo sintetizó en la Cumbre Mundial de Alcaldes en Río: abandonar los combustibles fósiles significa liberar a las personas de facturas altas, contaminación y desastres climáticos; significa ofrecer trabajos verdes, bienestar y un porvenir próspero.

 

Para el sector inmobiliario y de infraestructura urbana, esta tendencia no es marginal: redefine la planeación territorial, la matriz energética de los desarrollos, la movilidad y los estándares de eficiencia. En la COP30, las decisiones nacionales deberán reconocer que el verdadero campo de acción está en las ciudades. Y las ciudades –como demuestra C40– ya están listas para liderar.