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Un análisis de LatAm Intersect identifica cuatro transiciones clave que marcarán el consumo en México y América Latina: mayor incertidumbre, foco comunitario, nostalgia emocional y una relación más crítica con la inteligencia artificial.

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El inicio de un nuevo ciclo económico y social está transformando de manera profunda el comportamiento del consumidor en México y América Latina. Tras un 2025 caracterizado por la resiliencia, la aceleración del comercio electrónico y la adopción masiva de pagos digitales, el perfil del consumidor regional evoluciona hacia uno más cauto, comunitario y selectivo con la tecnología.

Así lo señala un análisis de LatAm Intersect, que identifica cuatro grandes transiciones que definirán el consumo en el corto plazo: del consumidor resiliente al incierto, de sostenible a comunitario, de autocentrado a nostálgico y de curioso por la inteligencia artificial a orientado por la confianza. Estas transformaciones responden a un entorno marcado por presiones económicas, mayor preocupación por la seguridad, procesos electorales en varios países y una saturación de contenido digital.

De acuerdo con Livia Gammardella, Head de Marketing & Digital de LatAm Intersect, la fortaleza demostrada por la región en 2025 está dando paso a una mayor necesidad de estabilidad y pruebas claras de valor. En este contexto, los consumidores ya no se conforman con mensajes aspiracionales y esperan que las marcas demuestren, con hechos, que comprenden su realidad cotidiana.

Durante 2025, el consumo de los hogares superó el crecimiento del PIB en varias economías latinoamericanas y más de la mitad de los hogares utilizó siete o más canales de compra. Sin embargo, hacia el nuevo ciclo se anticipa un giro hacia la prudencia. El costo de vida, la inseguridad y un entorno político complejo en países como Colombia, Brasil y Perú están impulsando decisiones más conservadoras.

Actualmente, el 52% de los consumidores manifiesta preocupación por su situación financiera, mientras que el crimen y la violencia han superado a la inflación como la principal inquietud regional. Este contexto favorece comportamientos orientados al mantenimiento y la reparación, por encima del reemplazo o la compra impulsiva.

El interés por consumir productos locales ya venía creciendo en la región. Más de la mitad de los consumidores en México, Brasil y Colombia expresa su intención de comprar más productos nacionales, siempre que se mantenga la calidad. Para 2026, esta tendencia se amplía hacia una búsqueda de experiencias presenciales, hiperlocales y multisensoriales.

El análisis muestra que el 75% de los consumidores preferiría marcas locales si ofrecen estándares comparables, mientras que el retail experiencial gana terreno frente a modelos puramente transaccionales. La participación comunitaria comienza a redefinir la identidad de marca, como lo demuestran casos en los que los propios usuarios resignifican productos y narrativas en tiempo real.

De autocuidado a nostalgia, una respuesta emocional a la incertidumbre

Si bien el bienestar fue uno de los principales motores de consumo en 2025, con casi la mitad de los consumidores priorizándolo en su gasto, emerge ahora una dimensión emocional distinta: la nostalgia. Este fenómeno se presenta como una respuesta a la fatiga digital y a la sensación de incertidumbre.

La Generación Z lidera este movimiento. Más de la mitad se inclina por estéticas vintage y contenidos asociados al pasado, mientras que una proporción significativa expresa afinidad por medios tradicionales. Esta tendencia se traduce en un mayor interés por objetos físicos, rituales cotidianos y marcas con una herencia cultural reconocible.

Inteligencia Artificial, el día a día de los consumidores

La IA ya forma parte del día a día de la mayoría de los consumidores en la región. Sin embargo, su adopción masiva convive con dudas relacionadas con la desinformación, la manipulación y la transparencia. Para el próximo ciclo, la aceptación de la IA estará condicionada a su capacidad de aportar certeza y claridad.

El 62% de los consumidores globales afirma que confiaría más en marcas que expliquen de forma transparente cómo utilizan la IA. En algunos mercados, como Brasil, su uso incluso se ha extendido a ámbitos emocionales, lo que refuerza la necesidad de límites claros y comunicación responsable.

En conjunto, estas cuatro transiciones dibujan a un consumidor latinoamericano que exige coherencia en un entorno de incertidumbre económica, desconfianza institucional y saturación digital. Más que promesas, busca pruebas tangibles de valor, cercanía comunitaria, referencias culturales familiares y una tecnología que, además de funcionar, genere confianza.