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Sin embargo, el avance en las condiciones de la pandemia y medidas comerciales impulsaron el resultado mensual.

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Las ventas al por menor ligaron 12 meses consecutivos con una tendencia negativa al medirlos en términos anuales, debido a que en febrero reportaron una contracción de -6.3% respecto al mismo mes del año 2020.

De acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en su medición mensual, en febrero logaron un repunte de 1.6% respecto a enero, mejorando el desempeño del mes inicial que tuvo un crecimiento cero.

Analistas de Banorte señalaron que “a nivel nacional, las ventas de los comercios minoristas en el país continuaron avanzando en febrero probablemente por la acumulación de la demanda en meses previos”.

Agregaron que “aunque existe un efecto calendario positivo relativo a enero –incluso a pesar del año bisiesto en 2020–, creemos que la principal razón detrás de la mejoría es un avance favorable en las condiciones de la pandemia, en conjunto con algunas medidas para impulsar el comercio”.

Las cifras del INEGO mostraron que las categorías no esenciales presentaron el mayor dinamismo, incluyendo tiendas departamentales (13.9%), ropa y calzado (5.8%) y artículos de esparcimiento y papelería (5.1%).

Por el contrario, la única contracción se vio en los artículos de salud y cuidado personal (-3.5%). Esto es consistente con la reapertura de comercios y el incremento en los índices de movilidad.

Al respecto, analistas de BX+ opinaron que “la recuperación de la variable estará condicionada al control de la emergencia sanitaria y a la reapertura económica, la cual será limitada, al menos, hasta el 3T, dado el lento inicio en la campaña de vacunación; además, los bajos niveles de empleo y elevada inflación, también serán limitantes”.

Los expertos de esta institución prevén que el consumo mejore parcialmente en 2021. “Ante la reciente tendencia en la vacunación contra el COVID-19, asumimos que el distanciamiento social no se relajará ampliamente antes del 3T21.

Ello seguirá pesando en el consumo de servicios (interacción personal); además, implica que la actividad económica tardará en normalizarse y, con ello, menos empleos se recuperarán, lo que incide sobre el ingreso y la decisión de consumo de los hogares.

Finalmente, la elevada inflación, en especial en alimentos, limita la capacidad de gasto en rubros más discrecionales”.