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En México, la gentrificación se ha convertido en uno de los principales desafíos urbanos, sobre todo en grandes ciudades como la capital del país, donde colonias como Roma, Condesa e Hipódromo registran precios por metro cuadrado fuera del alcance de programas públicos de financiamiento, como los del Infonavit.

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El encarecimiento del suelo, el desorden urbano y la falta de vivienda asequible han desplazado a sectores de bajos ingresos hacia zonas periféricas sin servicios ni infraestructura adecuada.

 

Como parte del foro “Diálogo con ingenieros” organizado por el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), especialistas coincidieron en que la única forma de contener la gentrificación es con una estrategia integral que incluya mayor oferta de vivienda asequible, redensificación urbana planeada y esquemas innovadores de acceso a la vivienda.

 

Luis Armando Díaz-Infante, secretario nacional de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) e integrante del Consejo Directivo del CICM, señaló que actualmente hay más de 8.9 millones de viviendas en situación de rezago y que para 2030 se requerirán al menos 6.6 millones de nuevas unidades habitacionales. A pesar del crecimiento sostenido en la construcción, factores como el cambio en la estructura familiar, la urbanización acelerada y los ingresos insuficientes agravan el déficit habitacional.

 

Díaz-Infante propuso esquemas como fideicomisos de renta con opción a compra, apoyados en mecanismos como Fibravit, que permitirían a trabajadores no afiliados adquirir su vivienda a través del pago acumulado de rentas. Estos modelos ofrecen flexibilidad geográfica y económica para responder a las nuevas dinámicas laborales y demográficas.

 

Por su parte, el presidente del CICM, Mauricio Jessurun, subrayó la necesidad de vincular seguridad, accesibilidad y equidad social en las políticas de vivienda. "No se trata solo de construir casas, sino de crear comunidades resilientes y sostenibles", afirmó.

 

 

También se propuso modificar planes de ordenamiento territorial, generar reservas de suelo a precios asequibles, reducir la expansión urbana descontrolada y facilitar trámites para desarrollos habitacionales. Estas medidas, junto con incentivos al sector privado, buscan fomentar una producción más equilibrada y cercana a los centros de trabajo.

 

Se hizo un llamado a una coordinación efectiva entre gobierno, sociedad, academia y sector técnico para evitar la especulación, prevenir invasiones en áreas ecológicas y garantizar un desarrollo urbano con visión de futuro. La gentrificación, concluyeron, no es inevitable si se abordan sus causas estructurales con políticas públicas innovadoras y visión social.

 

Finalmente, como referencia a la necesidad de vivienda en México, Luis Armando Díaz-Infante Chapa, expuso que, de 1995 al 2025, la población creció alrededor de 41 millones de personas, un aumento del 44.2% en dicho periodo, un crecimiento anual promedio del 1.24%, pasando de una tasa anual de crecimiento de 1.7% en 1995 a 0.8% en 2025. En ese mismo periodo de 1995-2025, la vivienda creció en más 17.2 millones de unidades, un crecimiento del 88.8% en el periodo 1995-2025, es decir, una tasa del 2.14% anual.