En México, cada vez más familias deciden abrir las puertas de su hogar a través de plataformas como Airbnb, pero no como un trabajo de tiempo completo, sino de manera ocasional. La motivación principal: Generar un ingreso extra que les ayude a enfrentar el aumento en el costo de vida y, al mismo tiempo, aprovechar la creciente llegada de turistas nacionales e internacionales.
Los ingresos representan un alivio para muchas familias: Más de la mitad declaró que este dinero les ayudó a conservar su vivienda, pagar alimentos, servicios básicos o incluso a remodelar su casa. En un contexto en el que, según el INEGI, 23% de la población ocupada trabaja por cuenta propia, compartir el hogar se suma a la tendencia del autoempleo y la economía flexible.
La demanda de alojamiento ha crecido al mismo ritmo que el turismo. En 2024, México recibió más de 42 millones de visitantes internacionales, y el turismo aportó alrededor del 15% del PIB nacional. Este flujo se intensifica durante fechas icónicas: En el Gran Premio de Fórmula 1, por ejemplo, la ocupación hotelera en la Ciudad de México supera el 90%, lo que abre oportunidades para anfitriones en zonas fuera del circuito turístico tradicional, como Iztacalco o Magdalena Contreras.
Con herramientas de protección como AirCover, que respalda a los anfitriones en caso de daños, la opción de recibir huéspedes se percibe cada vez más segura. Como explica Ángel Terral, director de Airbnb para México y Centroamérica: “Convertirse en anfitrión no siempre significa dedicarse de tiempo completo. Muchos lo hacen unas cuantas veces al año, como una forma accesible de generar ingresos familiares y derrama local”.